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COLUMNA

Espacios seguros

El trauma en el cuerpo

“Los traumas provocados en el cerebro infantil antes de los tres años impiden que los procesos de diferenciación, especialización e integración se auto-organicen”

26 noviembre, 2024

Alrededor del mundo existen muchas circunstacias que permiten que niñas y niñon se encuentren expuestos a diferentes riesgos ambientales, geográficos, sociales o políticos, así como otros factores
que se encuentran al interior de su ambiente familiar: violencia de género, humillaciones, manipulación, violencia física, negligencia, adicciones, etc.

Estos factores desarrollan en el niño o la niña un cerebro en constante estrés, donde su amígdala reacciona a este estímulo de diferentes maneras, y algunas de éstas, impulsivas.

Los niños traumatizados tienen diferentes maneras de reaccionar ante la amenaza y el peligro. Barudy y Dantagnan sostienen que estos niños no atienden las consecuencias que traerán consigo sus actos:
agotados; en estado de congelamiento o de sumisión, dispersos; con dificultad para aprender o reaccionar ante los estímulos externos que el mundo ofrece en sus diferentes espacios; estresados, desconfiados, intentando sobrevivir día a día.

“Los traumas provocados en el cerebro infantil antes de los tres años impiden que los procesos de diferenciación, especialización e integración se auto-organicen”, cuyas consecuencias se reflejan a lo largo
de su vida, adaptándose a un ambiente amenazante y obsesionándose con éste, evitando así que posea un sano crecimiento para sí y las generaciones siguientes.

Por lo anterior, entendemos que el trauma no se queda sólo en la memoria de la mente, sino en la memoria del cuerpo. Los buenos tratos a las infancias, ante todas sus complejidades y diferencias, requiere que los adultos, más allá de hacer o no hacer, debemos satisfacer sus necesidades de atención, amor, escucha, validación, respeto; los adultos somos los responsables de su bienestar, para que vivan sus infancias a salvo.