Capilla de la Inmaculada Concepción en la Catedral, una joya escondida

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Capilla de la Inmaculada Concepción en la Catedral, una joya escondida

Descubre la Capilla de la Inmaculada Concepción en la Catedral Metropolitana de la CDMX: arte barroco, retablos y mucha fe.

15 agosto, 2025
Capilla de la Inmaculada Concepción en la Catedral, una joya escondida
Retablo barroco de la Capilla de la Inmaculada Concepción en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que alberga obras de Simón Pereyns, Baltazar de Echave Orio y José de Ibarra, así como los restos de José Vasconcelos y el arzobispo Luis María Martínez. Foto: Luis Aldana

La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México sobresale entre muchas catedrales de México y del mundo por su riqueza arquitectónica y artística, así como por la armoniosa mezcla de estilos que la conforman. Su planta se organiza en cinco naves y cuenta con un total de 16 capillas laterales, construidas entre los siglos XVII y XVIII. Estas capillas se distribuyen a lo largo de las naves procesionales, es decir, que facilitan la circulación entre las capillas y la nave central, y de las naves criptocolaterales que contienen nichos en sus muros, también conocidos como hornacinas-capillas.

La presencia de estas capillas cumple una doble función; por un lado, la estructural, al sostener las bóvedas y equilibrar el peso del conjunto, y por otro, responde al fomento de devociones particulares y patrocinio, pues cada una fue financiada por cofradías, gremios o familias adineradas, destinadas a advocaciones, santos o misterios específicos.

Obras maestras y memoria histórica en la Capilla de la Inmaculada Concepción

La Capilla de la Inmaculada Concepción enriquece el arte y la arquitectura del recinto con identidad propia, fruto de la devoción y el arte novohispano. Este espacio fue concluido en 1648, en su origen estuvo dedicada a Santa Ana, pero en 1854, tras la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María por el papa Pío IX, fue cuando recibió su actual advocación.

La capilla posee un retablo mayor realizado en 1755, de estilo barroco en modalidad anástila, caracterizada por prescindir de columnas y centrar la atención en la exuberancia decorativa y el conjunto armónico.

Entre las obras que contiene, destacan verdaderas joyas pictóricas como “San Cristóbal” (1588), de Simón Pereyns, proveniente de la antigua Catedral; “Las lágrimas de San Pedro” (1618), óleo sobre tela de Baltazar de Echave Orio; “Los Desposorios” y “El sueño de San José”, ambas del siglo XVIII, de autor anónimo y seis óleos sobre tela de José de Ibarra, del siglo XVIII, que completan el conjunto artístico.

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A la entrar a la capilla se aprecia en todo su esplendor el Retablo de Nuestra Señora de Lourdes. Foto: Luis Aldana

El retablo de Nuestra Señora de Lourdes

Al ingresar a la capilla, se aprecia además un retablo barroco de Nuestra Señora de Lourdes, de autor desconocido. Originalmente perteneció a la capilla del Colegio jesuita de San Pedro y San Pablo, pasó posteriormente al Sagrario Metropolitano, y en 1962 fue colocado en este espacio.

Debido a sus grandes dimensiones, el retablo fue dividido en dos partes: la sección inferior quedó en esta capilla y el remate fue trasladado a la Capilla de San Isidro de la misma Catedral.

En este retablo se encuentran esculturas de varios santos: San Agustín, Santo Domingo, San Francisco, San José con el Niño y San Pedro, todas de autor anónimo del siglo XVIII. A ellas se suman las imágenes de San Dominguito de Val, patrono de los niños acólitos, y de Nuestra Señora de Lourdes, ambas del siglo XX.

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Otras obras y memoria histórica

En el costado izquierdo se ubica un retablo con la escultura de San Joaquín con la Virgen María niña, datada en el siglo XVIII.

Un detalle de gran relevancia histórica es que en esta capilla reposan los restos mortales de José Vasconcelos (1882–1959), primer secretario de Educación Pública de México y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus restos fueron trasladados a la Catedral en 1985, en cumplimiento de su voluntad testamentaria, tras haber sido sepultado inicialmente en el Panteón Jardín.

Asimismo, reposan los restos de Luis María Martínez y Rodríguez (1881–1956), destacado arzobispo mexicano, teólogo, escritor y poeta, reconocido por su liderazgo espiritual y su influencia en la Iglesia Católica durante una época de gran agitación en México. En 1937 fue nombrado arzobispo primado de México, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento en 1956.

Su arzobispado coincidió con la posguerra cristera, un periodo de persecución religiosa en el país, y se distinguió por su diplomacia y capacidad para mantener una relación constructiva con el gobierno, particularmente con el presidente Lázaro Cárdenas, logrando una relativa paz entre la Iglesia y el Estado. En 1985 se inició su causa de beatificación; sus restos fueron trasladados a la Capilla de la Inmaculada Concepción dentro de la Catedral Metropolitana.



Autor

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.