Quien muere se prenta ante Dios. La fe de la Iglesia nos dice que todos estamos llamados a la vida eterna o Cielo, por lo que, si habiendo muerto en amistad con Él, el alma de la persona tiene todavía algo que purificar, estará en un estado llamado Purgatorio. La Iglesia enseña que las Misas, oraciones y penitencias, pueden ayudarles a llegar más pronto al Cielo. Esta es la guía más completa de oraciones para difuntos que propone la Iglesia Católica para acompañarlos (desde su lecho de muerte) en el camino hacia la Patria Eterna. Conoce cómo rezarle a un difunto para ayudarle a llegar al Cielo.
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Para ayudar espiritualmente a una persona que está agonizando, lo ideal es contar con la presencia de un sacerdote, ya que él puede realizar las llamadas “Recomendaciones del alma“, un conjunto de oraciones para asistir al moribundo en sus últimos momentos y prepararlo para el encuentro con Dios.
Las “Recomendaciones del alma“ fueron hechas para brindar ayuda espiritual a la persona que está por fallecer, como paz y consuelo a sus seres queridos, al ofrecerles la oportunidad de encomendar el alma del agonizante a la misericordia de Dios.
¿Y si no logro conseguir un sacerdote en ese momento? En caso de que no hubiera un sacerdote disponible, la persona que acompaña al moribundo puede ofrecer un gran apoyo espiritual mediante la oración. Durante el proceso de agonía, se recomienda ampliamente rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, con la que se implora la misericordia de Dios para el alma que está a punto de partir.
Recordemos que Jesús le dictó esa Coronilla a santa Faustina Kowalska y le prometió que cuando se rece junto a un moribundo, Él recibirá su alma no como Justo Juez, sino como Misericordioso Salvador.
Una vez que la persona ha fallecido, el Santo Rosario es una de las oraciones para difuntos más recomendada, ya que con él le pedimos a la Santísima Virgen María que interceda por el descanso eterno del alma de nuestro ser querido y dé fortaleza y consuelo a los familiares y amigos, para enfrentar la pérdida.
El funeral o la velación de un difunto es una tradición que reúne a familiares y amigos para acompañar el cuerpo de una persona fallecida antes de su entierro o cremación, generalmente en un ambiente de recogimiento y oración.
Esta práctica, que puede tener lugar en una funeraria, en la casa del difunto o en una iglesia, tiene un valor espiritual muy importante, pues además de unirse en oración para pedir por el eterno descanso del alma ser querido, permite que los seres queridos expresen su duelo, compartan recuerdos y brinden apoyo mutuo en un momento de pérdida.
Dos prácticas imporantes durante el funeral o velación:
En el velorio o funeral, lo mejor es que haya la llamada ‘Misa de cuerpo presente‘, que se realiza con la persona fallecida en el ataúd, no en una urna. Es, decir, antes de que el cuerpo sea cremado. Recordemos que la Misa es la mayor ayuda que se puede dar a un difunto.
En las Misas de cuerpo presente se reza por el alma del difnto y para que Dios dé consuelo a los familiares y amigos.
Es importante cuidar que la Misa de cuerpo presente la celebre un sacerdote autorizado por la Iglesia Católica. Te recomendamos el siguiente artículo para evitar los peligros en las funerarias:
También conviene rezar el Santo Rosario por los difuntos durante un velorio, sobre todo si éste se realiza en una funeraria o en la casa del difunto.
Se pueden realizar a lo largo de la velación en diferentes momentos, como al inicio, durante las horas que se dedican a la vigilia, y al final.
El rezo del Santo Rosario se puede alternar con reflexiones o recuerdos del difunto, lo que ayuda a aliviar el dolor por la pérdida.
El sepelio o sepultura de una persona en un cementerio es un ritual solemne que implica cuatro etapas importantes.
Te recomendamos: Oración por los difuntos en el cementerio (Debe ser pronunciada por un sacerdote)
El depósito de las cenizas en una iglesia es un acto que simboliza la entrega del alma al cuidado de Dios. Los nichos de las iglesias son considerados sagrados porque están ubicados en un espacio consagrado, dedicado a la adoración de Dios y al culto. Estos lugares son vistos como dignos para el descanso de los restos mortales porque están en la casa de Dios. Al igual que la sepultura en un cementerio, éste acto puede dividirse en varias etapas:
El ‘novenario’ es el acto de pedir por el alma de un difunto durante nueve días. Si bien el valor infinito de una sola Misa basta para encomendar a quien ha fallecido, los novenarios son una costumbre que permite a los deudos vivir su duelo de la mano de Dios. El novenario se puede hacer a través de dos acciones.
El novenario consiste en nueve Misas que se celebran por el eterno descanso del alma de la persona fallecida. Estas Misas especiales se pueden encargar en la iglesia o se puede anotar a la persona en la lista de peticiones de alguna de las Misas que se celebran a diario en la parroquia. Insistimos: la Misa es la mayor ayuda que se puede dar a un difunto.
A la par de estas Misas, en la casa de la persona fallecida se suele rezar durante nueve días, con la participación de familiares amigos, el Santo Rosario por los difuntos, que como hemos dicho, es una de las oraciones para difuntos más importante. Al final del rezo mariano se puede dejar espacio para algunas reflexiones o anécdotas en torno a la persona fallecida.
Se suelen celebrar Misas mensuales durante un año. Después cada año. Para ello, es importante acudir a la oficina parroquial a fin de solicitar que el nombre del difunto se incluya en las intenciones de la Misa de dicho día. También puedes solicitar las llamadas “Misas Gregorianas”.
También se pueden mandar celebrar Misas gregorianas. Son 30 Misas que tienen como única intención pedir por la persona difunta. Estas las suelen ofrecer las órdenes religiosas que tienen misioneros que las celebran.
El Papa Gregorio Magno estableció estas Misas en el siglo VI como un acto de piedad, pensando en los sufrimientos de las almas del purgatorio, y para pedir a Dios por ellas en su infinita misericordia y por los méritos de Su Pasión.
Según este Papa, él celebró Misas durante 30 días por un monje que había fallecido en el convento de San Andrés en Roma, y al final de la última Misa, el monje se le apareció a uno de sus compañeros monjes y le dijo que había sido librado del Purgatorio.
La Iglesia también concede indulgencias plenarias y parciales para un difunto, mientras el fiel cristiano cumpla con las condiciones establecidas.
Para lograr esta gracia a un difunto, es necesario que el fiel cumpla con las siguientes condiciones:
Si te has hecho esta pregunta, la respuesta es: nunca, nunca, nunca debemos dejar de pedir por ellos. Sólo tenemos la certeza de que en el Cielo, gozando de Dios, están María y los santos, de todos los demás no podemos asegurarlo, así que hemos de seguir pidiendo por ellos.
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