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COLUMNA

La voz del Obispo

La ciencia y la tecnología al servicio de la dignidad de la persona

Una paradoja presentada por el Papa se da en el pretendido uso de la tecnología para potenciar las funciones biológicas de los individuos y tener así un “hombre aumentado”.

23 marzo, 2023
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Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México. 

(Del discurso del Papa Francisco a los miembros de la Pontifica Academia para la vida, 20 febrero de 2023)

El día de ayer hemos celebrado la Anunciación del Señor, la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, y hoy lo escuchamos en el Evangelio que nos dice: “Yo soy la resurrección y la vida…”; todo el sentido de nuestra vida como seres humanos lo encontramos en Él, que se ha encarnado y ha resucitado; por eso quiero en este texto rescatar los desafíos que el Papa Francisco propone a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida, quienes se reunían en febrero pasado para reflexionar sobre la persona humana, las tecnologías emergentes y el bien común.

Vale la pena recordar que esta Pontifica Academia, reúne a especialistas en el tema, y busca en su trabajo una auténtica promoción de la vida humana. A propósito del tema para la reflexión de esta Academia, el Papa señala que se encuentran delante de una “línea muy delgada” en donde el progreso, la ética y la sociedad, con la perenne actualidad del don la fe, seguramente encuentran una importante contribución.

Demos un vistazo a los desafíos sobre los que el Papa Francisco ha querido reflexionar:

El cambio de las condiciones de vida del hombre en el mundo tecnológico. El Santo Padre hace un planteamiento en el que reconoce cómo el hombre actúa sobre el mundo por medio de la tecnología para transformarlo y generar mejores condiciones de vida. De tal manera que nuestro ejercicio por la técnica, que manifiesta nuestra capacidad de trabajar, también nos ayuda a conocer y comprender mejor la inteligencia humana, así como la gran responsabilidad que tenemos con la obra de la creación.

Ahora bien, la interacción entre culturas, actividades sociales y ambiente, se da por medio de esta irrupción del hombre a través de sus desarrollos tecnológicos; en otro momento eran menos veloces e incisivos, pero hoy esto es mucho más rápido e intensivo y, por tanto, lo es también la interdependencia entre el hombre y la “casa común”. Efectos de estas afirmaciones se ponen en evidencia por medio de las diferentes crisis que hemos sufrido “desde la pandémica a la energética, de la climática a la migratoria; y sus consecuencias repercuten una sobre la otra al grado que pueden amplificarse mutuamente”. De esta forma un desarrollo tecnológico sano, debe tener en cuenta estas complejas relaciones.

El impacto de las nuevas tecnologías sobre la definición misma de “hombre” y de “relación”. La forma tecnológica de la experiencia humana se está volviendo cada vez más predominante: “en las distinciones entre “natural” y “artificial”, “biológico” y “tecnológico”, los criterios con los que discernir lo propio del ser humano y de la técnica se vuelven cada vez más difíciles”. Es por eso que en la red de relaciones tanto personales como comunitarias, la tecnología no puede suplantar el contacto humano, “lo virtual no puede sustituir lo real, ni las redes pueden sustituir las relaciones sociales”.

Además, dentro de los procesos de la investigación científica las relaciones entre la persona y la comunidad tienen implicaciones éticas cada vez más complejas; se puede señalar por ejemplo la confidencialidad y la necesaria información para poder enriquecer el mismo trabajo que permita el avance de la ciencia; o bien la correcta distribución de los recursos que permitan salvar las desigualdades en el acceso a los beneficios que proporciona la tecnología.

De lo anterior se desprende la necesidad de un adecuado monitoreo de la velocidad de las transformaciones, la interacción entre los cambios y la posibilidad de garantizar un equilibrio global.

El concepto de “conocimiento” y las consecuencias que de ello se derivan. Después de haber presentado los anteriores desafíos, el Papa Francisco se pregunta sobre nuestras formas de conocer debido a que del tipo de conocimiento que se actúe tendremos una serie de implicaciones morales. Teniendo como ejemplo la explicación de los fenómenos a partir de aspectos particulares que los componen vuelve reductivo nuestro conocimiento, es fundamental ir a la búsqueda de modelos que consideren la serie de relaciones que se producen entre los hechos singulares. Y una paradoja presentada por el Papa se da en el pretendido uso de la tecnología para potenciar las funciones biológicas de los individuos y tener así un “hombre aumentado”, explica que al no considerar que el hombre es más que biología e implicar todo lo que le conforma, de manera integral, ello terminar no por hacer crecer sino “comprimir” al hombre.

Llegados a es este punto destaca como la teología necesita ser el saber que ayude a definir un nuevo humanismo y contribuya a favorecer la escucha recíproca y el mutuo entendimiento entre ciencia, tecnología y sociedad. Y es que la falta de un diálogo constructivo entre estas realidades hace pobre la confianza mutua tan necesaria en los fundamentos de toda convivencia humana y amistad social.

Esta reflexión y las instancias que desde la Iglesia se promueven, nos permite mirar que efectivamente, como lo ha querido Nuestro Señor Jesucristo, el camino de la Iglesia es el camino del hombre, pues Él ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia (Cf. Jn 10,10). Nuestro agradecimiento a los que hacen ciencia y desarrollan tecnología, así como a quienes reflexionan para que podamos procurar lo mejor para todo hombre que viene a este mundo.

 

Más artículos del autor: Del mensaje del Santo Padre con ocasión de la LVI Jornada Mundial de la paz

 

*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

 


Autor

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.