Trigo y cizaña

Cárteles designados terroristas

El Departamento de Estado del gobierno norteamericano ha designado a seis cárteles mexicanos –Sinaloa, El Golfo, Jalisco Nueva Generación, Cárteles Unidos, Los Zetas, del Noreste y Nueva Familia Michoacana, además de las pandillas Mara Salvatrucha y Tren de Aragua– como organizaciones criminales terroristas internacionales. Es una decisión que traerá consecuencias bilaterales –a mi juicio, benéficas– en materia de seguridad para ambos países.

A veces son necesarias las decisiones drásticas de los gobiernos para combatir los tentáculos del mal que amenazan con asfixiar la vida social. Sin embargo recordemos que el misterio del mal está anidado en el corazón del hombre y no se desarraiga fácilmente: “Los designios del corazón humano son malos desde su juventud”, dijo Dios después de la purificación del diluvio universal (Gen 8,21). El problema está por dentro del hombre, en lo que llamamos “el corazón”, sede donde tomamos las decisiones y elegimos entre el bien y el mal.

El diluvio universal de la Biblia, las cárceles de Bukele en El Salvador y los drones del ejército de Estados Unidos sobrevolando el espacio aéreo mexicano para detectar laboratorios de fentanilo pueden crear impacto y reducir la criminalidad, pero es un impacto que no durará para combatir el mal del alma humana. Necesitamos algo más profundo.

La labor evangelizadora de la Iglesia que pone al hombre en contacto con Dios, es lo que puede llegar hasta el fondo del corazón enfermo de las personas y, por la gracia divina, devolverles la salud. Cuando Jesús impuso sus manos sobre un ciego, éste empezó a ver de manera borrosa, y no fue sino hasta una segunda imposición de manos cuando se curó completamente. La curación del alma humana es un proceso que toma tiempo y es obra del Espíritu de Dios.

Recuerdo a un narcotraficante que llegó a mi parroquia diciéndome, arrepentido, que había cambiado de vida y pedía ser acogido en la Iglesia. Traer a la memoria aquel encuentro me hace pensar en una enseñanza de san Ambrosio: “A ti también se te impuso el barro, la consideración de tu fragilidad. Fuiste, te lavaste, te acercaste al altar, empezaste a ver lo que antes no veías. Mediante la fuente del Señor y mediante la predicación de la Pasión del Señor fueron abiertos tus ojos. Tú que antes estabas cegado en el corazón, empezaste a ver la luz de los sacramentos”.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Pbro. Eduardo Hayen Cuarón

Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital

Entradas recientes

José, el hombre justo

¿Por qué el evangelio de este día considera propio de la justicia de José el…

11 horas hace

La alegría y la luz de la Navidad

Jesús nace en la noche, indicando así que viene a las tinieblas de nuestro corazón…

15 horas hace

Prejuicios contra los pobres

Al acercarnos a Navidad, en que celebramos al Verbo eterno del Padre encarnado en un…

15 horas hace

Jornada Mundial de la Paz 2026: el Papa llama a una paz “desarmada y desarmante”

El Papa León XIV presenta las claves para trabajar por la paz en el mundo…

16 horas hace

18 de diciembre: la Iglesia recuerda a San Modesto, restaurador de los templos de Jerusalén

San Modesto de Jerusalén dedicó su vida a reconstruir los Santos Lugares y fortalecer la…

17 horas hace

¿Qué hago con mis miedos cuando no me dejan avanzar?

Actualmente, los miedos responden más a la sensación de un vacío existencial, el cual resulta…

19 horas hace