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COLUMNA

Columna invitada

Sabor a esperanza

Después de las elecciones hemos visto un México consciente de su fuerza, de su valor y de su capacidad para superar las adversidades y volver a levantarse.

8 junio, 2021
Quizá los temas políticos nos han saturado después de los días de intensas campañas, del proselitismo de los partidos políticos y sus simpatizantes, y de la labor de amigos, familiares y conocidos que intentaban convencernos de la importancia de votar y de hacerlo por tal o cual candidato. Durante semanas fui testigo de promesas, de peticiones y de acaloradas discusiones en los chats y redes sociales sobre las alianzas y su utilidad, las posturas de los candidatos, y la conveniencia o no de votar por ellos. La Iglesia como buena madre, nos orientó sobre los principios irrenunciables que deberíamos tomar en cuenta al votar: vida, familia, libertades fundamentales, advirtiendo además del deber moral y cívico de todo cristiano para presentarse a votar. Hoy despertamos con saborcito a esperanza en el mismo México herido y maltrecho de ayer, pero conscientes de su fuerza, de su valor y de su capacidad para superar las adversidades y volver a levantarse. Las elecciones de este domingo mostraron a una ciudadanía pujante y comprometida, que quiso manifestar su voluntad haciendo valer su derecho con responsabilidad, orden y valentía, a pesar de las provocaciones y amenazas. La democracia sigue viva y es un bien que deseamos hacer valer, así quedó plasmado en los miles y miles de votos depositados en las urnas y con el excelente trabajo del Instituto Nacional Electoral (INE) que demostró la importancia de su existencia y permanencia como instituto autónomo. Sin duda queda mucho por hacer, el avance es incipiente, apenas lo necesario para que quede manifiesta públicamente nuestra inconformidad y nuestro deseo de tener un gobierno más justo, más sensible a las necesidades de la ciudadanía y más plural. Es ahora el gran momento de comenzar el trabajo para construir un mejor país. Requerimos de políticos que más allá de usar a la Familia como baluarte en sus discursos de campaña, cumplan los compromisos adquiridos y la consideren un eje transversal en las políticas públicas; porque finalmente somos la célula de la sociedad y el ámbito natural donde se forman los ciudadanos. La economía, las oportunidades laborales, el apoyo a la mujer trabajadora, el respeto a los padres como primeros educadores, el derecho no solo a la educación, sino a una educación de calidad y sin ideologías, los servicios de salud y atención médica oportuna, el impulso a los deportes, ambientes sanos libres de adicciones y violencia etc. son solo algunos de los temas que los políticos a quienes les hemos otorgado nuestro voto por la esperanza de un cambio, deberán considerar como un trabajo urgente, prioritario e impostergable. Y nosotros, los ciudadanos que creemos en un México mejor, deberemos trabajar por la unidad de todos los mexicanos, por construir la paz en nuestro entorno, con un espíritu cristiano de unidad y compromiso social. En esta jornada electoral descubrimos nuestra fuerza y de lo que somos capaces, pero se requiere del compromiso y la participación constante de todos para lograr la democracia. Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia. *Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

Quizá los temas políticos nos han saturado después de los días de intensas campañas, del proselitismo de los partidos políticos y sus simpatizantes, y de la labor de amigos, familiares y conocidos que intentaban convencernos de la importancia de votar y de hacerlo por tal o cual candidato.

Durante semanas fui testigo de promesas, de peticiones y de acaloradas discusiones en los chats y redes sociales sobre las alianzas y su utilidad, las posturas de los candidatos, y la conveniencia o no de votar por ellos.

La Iglesia como buena madre, nos orientó sobre los principios irrenunciables que deberíamos tomar en cuenta al votar: vida, familia, libertades fundamentales, advirtiendo además del deber moral y cívico de todo cristiano para presentarse a votar.

Hoy despertamos con saborcito a esperanza en el mismo México herido y maltrecho de ayer, pero conscientes de su fuerza, de su valor y de su capacidad para superar las adversidades y volver a levantarse.

Las elecciones de este domingo mostraron a una ciudadanía pujante y comprometida, que quiso manifestar su voluntad haciendo valer su derecho con responsabilidad, orden y valentía, a pesar de las provocaciones y amenazas.

La democracia sigue viva y es un bien que deseamos hacer valer, así quedó plasmado en los miles y miles de votos depositados en las urnas y con el excelente trabajo del Instituto Nacional Electoral (INE) que demostró la importancia de su existencia y permanencia como instituto autónomo.

Sin duda queda mucho por hacer, el avance es incipiente, apenas lo necesario para que quede manifiesta públicamente nuestra inconformidad y nuestro deseo de tener un gobierno más justo, más sensible a las necesidades de la ciudadanía y más plural.

Es ahora el gran momento de comenzar el trabajo para construir un mejor país. Requerimos de políticos que más allá de usar a la Familia como baluarte en sus discursos de campaña, cumplan los compromisos adquiridos y la consideren un eje transversal en las políticas públicas; porque finalmente somos la célula de la sociedad y el ámbito natural donde se forman los ciudadanos.

La economía, las oportunidades laborales, el apoyo a la mujer trabajadora, el respeto a los padres como primeros educadores, el derecho no solo a la educación, sino a una educación de calidad y sin ideologías, los servicios de salud y atención médica oportuna, el impulso a los deportes, ambientes sanos libres de adicciones y violencia etc. son solo algunos de los temas que los políticos a quienes les hemos otorgado nuestro voto por la esperanza de un cambio, deberán considerar como un trabajo urgente, prioritario e impostergable.

Y nosotros, los ciudadanos que creemos en un México mejor, deberemos trabajar por la unidad de todos los mexicanos, por construir la paz en nuestro entorno, con un espíritu cristiano de unidad y compromiso social.

En esta jornada electoral descubrimos nuestra fuerza y de lo que somos capaces, pero se requiere del compromiso y la participación constante de todos para lograr la democracia.

Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia.

*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.


Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.