¿Es pecado vivir juntos sin casarse por la Iglesia?
Como católicos, debemos estar conscientes del enorme valor del Sacramento del Matrimonio.
Nació el 23 de Octubre de 1943. Entró al Seminario Conciliar de México en el año de 1957 y se ordenó en 1969. Dio clases por ocho años de Pastoral Parroquial en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. Fue Director del Periódico Criterio de la Arquidiócesis de México y de la Comisión del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de México. Fue columnista en varias revistas y periódicos católicos con temas sobre la religiosidad popular, hasta el día de su muerte, en septiembre de 2021. Actualmente la redacción de Desde la fe lleva su nombre: Redacción Sergio Román del Real, por su invaluable colaboración en este proyecto.
Antes
“La única forma de sacar de su casa a una chica decente es casándose por la Iglesia” decían nuestros abuelos.
Y así era: las cosas se hacían bien. El que quería casarse tenía que pasar por una serie de trámites como ir a pedir a la novia en compañía de los papás y, a veces, hasta del sacerdote de la Parroquia. Una vez “dada” la mano de la novia se iniciaban los trámites en la Parroquia y se hacía la boda.
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¿Qué se necesita para casarse por la Iglesia?
Aún cuando el pretendiente se robara a la novia por la negativa de los padres, ésta era depositada en la casa de los padrinos o en una casa decente hasta que llegaba el día de la boda. No casarse por la Iglesia era algo raro que cuando se daba causaba escándalo en la familia.
La práctica moral de ese tiempo era que si los padres admitían en su casa a un hijo “mal casado” se hacían cómplices de su pecado y ya no podían recibir la absolución ni la comunión, hasta que el hijo se casaba por la Iglesia o se mudaba a vivir en otra casa.
A los que vivían juntos, sin matrimonio eclesiástico, se les considera en amasiato y eso, hoy, sigue siendo pecado; de tal modo que se les niega la absolución y la comunión a no ser en peligro de muerte.
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¿Por qué sí vale la pena casarse por la Iglesia?
En este último caso, antes, se exigía que el compañero de amasiato saliera de la casa y ya no viera al enfermo hasta que muriera; sólo así se le podían dar los últimos sacramentos.
¿Por qué se les niegan los sacramentos? Porque están en pecado y no ponen remedio a esa situación.
¿Sigue siendo pecado?
Sí; a pesar de la enorme tolerancia que se da e los tiempos modernos, para los católicos sigue siendo pecado el vivir juntos sin el sacramento del Matrimonio.
¿Por qué? Por la dignidad de la familia misma que exige la santificación del vínculo matrimonial. Al crear a los hombres, los creó hombre y mujer y los bendijo instituyendo así el Matrimonio desde la creación misma del género humano. El amor de un hombre y una mujer no es sólo el desarrollo natural del instinto sexual; es el deseo de formar una familia estable y responsable y, en el caso de los católicos, en la cual los esposos son signo nada menos que del amor de Dios al hombre, con el cual ha hecho una alianza definitiva e indisoluble.
Ese es también el motivo por el cual Jesús prohibió el divorcio. Permitirá él que un esposo deje a su cónyuge y se case con otra el día en que su Padre deje de amar a los hombres: ¡Nunca!
Leer: ¿Por qué no existe el “divorcio por la Iglesia”?
El Sacramento del Matrimonio, instituido por Dios desde la creación y ratificado por Cristo, une de tal modo a los esposos que hace indisoluble su compromiso, hasta que la muerte los separe. Para hacer posible que el simple amor humano persevere en su compromiso, Dios da a los esposos la gracia especial de ser buenos esposos y buenos padres. Si ellos así lo desean y si colaboran con la gracia de Dios. Por eso decimos que el Matrimonio es un medio de santidad para los esposos cristianos.
“Para formar una familia”, “para siempre”, “en la fidelidad”, “compromiso” son, para el hombre de hoy, que trata de vivir una libertad mal entendida, términos muy duros, muy difíciles de aceptar. Por eso el Matrimonio está pasando de moda.
¡Yo no me caso!
¿Qué está pasando entre nuestros católicos? Cada vez vemos menos Matrimonios y más uniones de esas que se llaman “libres”. Ya no se busca el sacramento, simplemente se ponen de acuerdo y dicen “Vámonos” ¡y se van!, muchas veces hasta con el consentimiento de sus familias. ¿Por qué ya no se casan por la Iglesia?
Algunos, muy pocos por cierto, porque se consideran libres, porque no quieren poner su amor bajo ninguna ley, ni humana ni divina.
Otros ponen el pretexto de que no tienen dinero. De algún modo tienen razón porque casarse hoy sale muy caro. Y no hablamos precisamente de la ceremonia religiosa que, ciertamente es cara en algunas iglesias de moda, pero que en otras es razonable y, si se expresa la falta de medios económicos, en algunas es hasta gratis. Hablamos de lo que la costumbre familiar ha hecho casi obligatorio: la fiesta y los vestidos. ¡Qué caro sale un banquete de bodas!
Creo que los católicos deberíamos aceptar nuestra realidad económica y no aparentar una situación que no es la nuestra.
El motivo más triste para no casarse por la Iglesia es la incapacidad de darse un amor perdurable. “No me caso por la Iglesia porque el Sacramento es algo muy serio y es para siempre, y yo no estoy seguro de amarte para siempre”. Matrimonios a prueba basados en la inseguridad y en la desconfianza. ¡Pobres de los que aceptan unirse en esta situación!
No buscar el Sacramento puede ser por una falta de fe que ni siquiera es culpable. Simplemente ya no se cree, de una forma inconsciente, ¡ya no importa lo divino!
¡Que haya boda!
Si ustedes son una de esas parejas que viven sin el sacramento y realmente se aman, se llevan bien, si son estables, ¿Qué están esperando para casarse?
Su Matrimonio será un signo de su regreso a Dios y a la Iglesia de una forma plena. Será, para sus hijos, un testimonio de fe que ellos seguirán a su debido tiempo.
Platíquenlo entre ustedes y decídanse, no se preocupen por el dinero ni por los trámites legales; su Párroco sabrá ser comprensivo y les facilitará el dar este paso tan importante para un católico. Casarse, para ustedes, es cuestión de amor a Dios y de amor a su familia.
El Matrimonio los llenará de las bendiciones de Dios y podrán ser mejores esposos y mejores padres. ¿Qué esperan?
¡Que haya boda! Como Dios quiere.