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COLUMNA

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Razones para la esperanza

¿Hay poco cristianismo hoy? Pues con ese poco basta para que vuelva a haber pan.

23 junio, 2024

“Y les dijo también esta otra parábola: ‘El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la masa acabó por fermentar’”.

Qué lástima que los niños ya no sepan cómo se hace el pan, cómo se bate la masa, de qué modo se prepara el horno. ¿Cómo, pues, explicarles esta parábola de Jesús?

Una vez pregunté a una niña de largas trenzas rubias: “¿Sabes de dónde vino la manzana que te desayunaste hoy?”. Lo pensó un momento y respondió: “Mi mamá la compró ayer en el súper”. Ni siquiera se tomó el trabajo de pensar en un árbol, en un labrador. Y siendo, así las cosas, ¿cómo explicarle esta otra parábola de Jesús?:

“El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas”.

¿Cómo explicarle a mi pequeña interlocutora que todas las manzanas del universo fueron primero semillas, al igual que el pan? ¿Cómo decirle que lo que hoy es grande fue en otro tiempo muy pequeño?

¿Cómo decirle que los cristianos somos como la levadura en la masa, si nunca en su vida ha visto a su madre cociendo pan?

Me vino entonces a la mente un fragmento de aquella famosa Carta a Diogneto que dice así: “Lo que el alma es al cuerpo son al mundo los cristianos”.

Los chiquillos no comprenden que si el mundo nos parece todavía habitable es por esos restos de cristianismo que andan por allí dispersos en el ambiente. La caridad, la bondad, el desinterés, el altruismo, ¿no son virtudes cristianas? Pues bien, sin ellas el mundo no podría vivir: se asfixiaría.

El cristianismo es el alma del mundo: su sabor, su oxígeno natural. ¿Hay poco cristianismo hoy? Pues con ese poco basta para que vuelva a haber pan. Hay razones para la esperanza.