Breviario para políticos
¿Cómo debe conducirse el hombre en la desgracia? Teniendo fe en Dios y buscando consuelo en la oración. Debe pensar siempre que nadie está a salvo de contratiempos y sacrificios.
Cuenta la leyenda que Tolomeo II (284-246 a.C.), el rey de los egipcios, hizo venir un día a 72 sabios judíos para que tradujeran al griego –la lengua universal de entonces- sus escrituras sagradas. Éstos aceptaron gustosos y se trasladaron a Alejandría para realizar la titánica labor que les imponía el monarca. Ahora bien, al ver éste que bajo los techos de su palacio se encontraba, por decirlo así, la crema y nata de la intelectualidad hebrea, les hizo toda una serie de preguntas acerca del buen gobierno que, si no se molesta el lector –sobre todo si es político o se muere por serlo-, transcribiremos ahora con sus respectivas respuestas.
- ¿Cuándo podrá ser feliz un Estado? ¿Cuándo alcanza la prosperidad? –les preguntó Tolomeo, que se quedó durante un rato aguardando la respuesta. Los sabios deliberaron entre ellos, y dijeron por fin:
-Es muy sencillo: cuando sirva a Dios, premie a los buenos y castigue a los malos.
La dinámica se desarrolló de idéntica manera: el rey preguntaba y los sabios, poniéndose de acuerdo, respondían. Era muy sencillo. He aquí cómo prosiguió aquel diálogo memorable: - ¿Cómo consigue el hombre vivir una vida dichosa? ¿Cuándo puede ser considerado feliz?
-No olvidando en ningún momento que Dios observa todos sus actos y que no se le ocultan ni siquiera sus pensamientos. - ¿Cómo puede el hombre aumentar sus bienes?
-Haciendo obras de beneficencia. - ¿Qué debe hacer un rey para adquirir poder sobre sus enemigos?
-Confiando más en Dios y menos en la astucia de sus generales; más en el poder de Dios y menos en la fuerza de sus ejércitos. - ¿Cómo debe conducirse el hombre en la desgracia?
-Teniendo fe en Dios y buscando consuelo en la oración. Debe pensar siempre que nadie está a salvo de contratiempos y sacrificios. - ¿Cuándo demuestra un hombre si es fuerte o débil?
-Mientras todo se realiza según nuestros deseos, ¡oh rey!, todos parecemos fuertes, pero en realidad es cuando somos más débiles. El hombre fuerte se reconoce únicamente en la adversidad y en la desdicha. - ¿Cómo se llega a ser prudente y amable?
-Pensando en todo el dolor que el prójimo carga sobre sus hombros. Cuando nos damos cuenta que nuestro hermano sufre, entonces ya no agravamos su pena haciendo lo que no debemos ni diciendo lo que entristece. - ¿Cuándo un hombre debe ser llamado piadoso?
-Cuando obedece las leyes sagradas y se violenta a sí mismo para no pecar. - ¿Cuál es el rey que alcanza la fama?
-Aquel que no aspira a tener riquezas, sino que ama, más que a su propio bienestar o el de su dinastía, la paz y la justicia; en una palabra, el que piensa más en los demás que en sí mismo. - ¿Cuál es el deber más difícil para un rey?
-Hay quienes piensan que el deber más difícil para un rey consiste en tener a raya a sus enemigos; nosotros, en cambio, pensamos que el deber más difícil para un rey consiste en dominarse a sí mismo, es decir, en moderar sus ambiciones. - ¿Cómo se disipan las penas?
-Buscando la compañía de gente comprensiva, honrada y sabia, y rogando a Dios que tenga a bien, por su misericordia, devolverle la alegría. - ¿Cómo puede el hombre prevenirse contra la amargura?
-Creyendo firmemente en la justicia de Dios, aunque por el momento vea cosas que lo escandalicen y no logre comprender. Nuestros ojos nos engañan, pero Dios, que lo sabe todo, dará a cada uno su correspondiente premio o su merecido castigo, según sean sus obras buenas o malas. - ¿Cuándo un rey puede ser considerado el padre de su pueblo?
-Cuando ama a sus súbditos por igual y no hace distinción entre ricos y pobres: en una palabra, cuando no tiene favoritos. - ¿Cómo se libra uno de la ira?
-Previendo, pero sobre todo temiendo, sus consecuencias. - ¿En qué consiste el fruto de la sabiduría?
-En la alegría del corazón y la paz del alma. - ¿De quién debemos compadecernos?
-No de los muertos, que no regresan, sino de los vivos, a los que en muchas horas de desgracia no podemos prestar ayuda. - ¿Qué es lo que consuela a un rey, incluso durante la guerra?
-El no haberla comenzado por afán de conquista, o por ambición, sino sólo en defensa propia. - ¿Qué es mejor: un gobernante de descendencia real o uno surgido del pueblo?
-Mejor es que gobierne un hijo de reyes, pues si quien manda es hijo del pueblo, al verse elevado a tan grande altura, puede fácilmente volverse engreído y déspota, oprimiendo después a quienes fueron sus iguales.
Tolomeo siguió preguntando y los sabios respondiendo. Pero como no caben en un artículo como éste ni todas las preguntas ni todas las respuestas, yo dejo aquí la pluma. Si alguien estuviese interesado en el asunto, les recomiendo abrir, a partir de la página 137, el siguiente volumen: Erna C. Schlesinger, La zarza ardiente. Leyendas y cuentos de Israel, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1950. ¡Adiós!