La perfección
Está bien que busquemos la perfección en nosotros, pero exigirla en los demás, además de ser una torpeza, es una completa falta de caridad hacia el prójimo.
La superación va de la mano con los cambios. Generalmente, todos buscamos transformarnos y la perfección como meta es motivante, sabemos que no la podemos alcanzar, pero intentarlo nos lleva a mejorar.
Con la perfección, sin embargo, hay un detalle importante: causa muchos conflictos cuando se busca de manera equivocada. El camino a la perfección debe incluir una aceptación de las fallas y un aprendizaje de los errores. Tratar de ser mejores incluirá necesariamente algunas caídas, debido a que somos imperfectos. Ser demasiado exigentes, genera frustración, porque una falla pequeña se ve mucho más grande de lo que en realidad es.
Esto que de por sí es grave, lo es aun más si lo que buscamos es la perfección, pero en otras personas. En toda relación, esperarla en el otro provocará conflictos constantes. Tomemos el caso del matrimonio. Buenas personas son catalogadas por su pareja como inferiores a lo que en realidad son, simplemente por no tolerarles pequeños detalles, los cuales son calificados como faltas graves. Así, un ligero olvido de una fecha sin importancia se interpreta como una falta de interés en la relación. O tal vez, un despido por un recorte de personal sirve para catalogar a la pareja como un fracasado o fracasada, cuando simplemente se trato de una decisión administrativa de la empresa.
Está bien que busquemos la perfección en nosotros mismos, pero exigirla en los demás, además de ser una torpeza sabiendo que son imperfectos, es una completa falta de caridad hacia el prójimo.
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