Cajitas de la esperanza
En las iglesias de Tlalpan, los colectivos llaman a los buzones de paz “cajitas de la esperanza”, donde desean encontrar una guía anónima contra la incertidumbre
Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).
En una carta estaba el camino para terminar con la incertidumbre de una búsqueda en apariencia sin final. El papel había sido depositado en uno de los buzones de paz en la iglesia de Santo Tomás Ajusco.
La revelación contenida condujo a una madre a localizar los restos de su hija desaparecida y acabar con el dolor ante el desconocimiento de su paradero. Para los familiares de las víctimas de desaparición hay un duelo inconcluso, alimentado por la esperanza de encontrarles con vida.
Por sus medios y con el apoyo de una comunidad empática y solidaria han encontrado redes de comunicación que les ofrecen un tip, un dato valioso. Esa denuncia anónima fue la que condujo a uno de los hallazgos más terrible en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, donde había centenares de ropa, zapatos, bolsas, mochilas. Y aún se cava en busca de restos.
“Una de las expresiones más crueles de maldad y de miseria humana que hemos presenciado en nuestro país”, fue como lo calificó la Conferencia del Episcopado Mexicano. Y la exigencia por una respuesta contundente.
La desaparición de personas es, lamentablemente, un pendiente frente al cual se requiere acción inmediata y coordinada. La Presidenta Claudia Sheinbaum se comprometió al esclarecimiento del caso y a detallar el número de carpetas de investigación abiertas por desapariciones.
Una tarea donde la intervención de la Iglesia es fundamental. Por ejemplo, la Diócesis de Saltillo ha acompañado a familias de desaparecidos en la documentación de casos, la promoción de encuentros con autoridades y búsquedas en campo. En estados como Veracruz y Guerrero, parroquias han abierto sus puertas a madres buscadoras que recorren el país con picos y palas en la esperanza de encontrar restos de sus seres queridos.
El Episcopado Mexicano ha manifestado en diversas ocasiones su compromiso con las víctimas. En 2018, publicó una carta pastoral titulada “Que en Cristo Nuestra Paz, México Tenga Vida Digna”, donde condenó la crisis de desapariciones. Tres años después, la Arquidiócesis de Morelia organizó jornadas de oración y foros sobre desaparición forzada, en los que participaron colectivos y expertos en derechos humanos.
El Papa Francisco ha sido una voz fundamental. “No podemos quedarnos indiferentes ante el dolor de quienes buscan a sus hijos desaparecidos”, expresó en 2018 en solidaridad con las madres buscadoras.
En las iglesias de Tlalpan, los colectivos llaman a los buzones de paz “cajitas de la esperanza”, donde desean encontrar una guía anónima contra la incertidumbre.
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