El autoritarismo puede cegar
La dimensión sinodal de la Iglesia, que el Papa está impulsando, es evitar precisamente el clericalismo, que es una forma de autoritarismo
HECHOS
Cuando un político asume el poder, al frente de una nación o en cualquier otra instancia, puede convertirse en un autoritario, que piensa que puede hacer lo que quiera, como cambiar leyes y ordenar acciones, sin tomar en cuenta a quienes le presentan otro punto de vista. Esto le puede pasar no sólo al nuevo Presidente de los Estados Unidos, que se cree el dueño del mundo, sino a cualquier otro. Lo hemos vivido en nuestro propio país, en diferentes sexenios. El gobernante en turno decide algo que le parece necesario, como algunas de las obras insignias de nuestro antecesor, con las que deseaba sacar al sur del país del atraso secular, pero sin considerar el impacto ambiental, la viabilidad, el costo y el beneficio real. Cuando alguien no se escucha más que a sí mismo, puede llegar a ser un dictador. Ejemplo sobran, en todos los tiempos y lugares.
Lo mismo puede pasar en nuestra iglesia. Alguien con un cargo como catequista, diácono, sacerdote u obispo, puede decidir sin escuchar ni a la comunidad ni a sus consejeros. Cierto que hay casos muy reservados en que, por respeto a las personas, no se pueden compartir las razones para tomar una decisión, como cuando se trata de suspender a un sacerdote del ejercicio de su ministerio. Divulgar las causas, dañaría gravemente su derecho a ser respetado en su interioridad. Pero estos casos son los menos, afortunadamente. La dimensión sinodal de la Iglesia, que el Papa está impulsando, es evitar precisamente el clericalismo, que es una forma de autoritarismo. Debemos escuchar lo más que sea posible y prudente, antes de tomar una decisión pastoral. No podemos renunciar a nuestra obligación de decidir, pero hemos de educarnos para hacerlo en la forma más comunitaria posible. Sin embargo, hay cuestiones definidas por Dios que no podemos cambiar, aunque grupos de presión nos critiquen por ello. Abortar está prohibido por ley divina y en esto no podemos ceder a presiones o críticas. Nadie tiene más autoridad que Dios, y El la ejerce en forma misericordiosa y respetuosa de la libertad humana.
Cuando, en una familia, uno de los padres es autoritario, no escucha a su pareja, ni a los hijos. Decide sin tomarlos en cuenta, sólo porque es quien manda. Y esto se puede contagiar en alguno de los hijos, como quien, por ser el mayor, se considera que tiene mucha autoridad, replicando los excesos de sus progenitores. Lo mismo puede suceder en la escuela, en la oficina, en la empresa, en el deporte, etc.
ILUMINACION
El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, dice: “Necesitamos una política que piense con visión amplia y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis. Pienso en una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas.
Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura.
La sociedad mundial tiene serias fallas estructurales que no se resuelven con parches o soluciones rápidas meramente ocasionales. Hay cosas que deben ser cambiadas con replanteos de fondo y transformaciones importantes. Sólo una sana política podría liderarlo, convocando a los más diversos sectores y a los saberes más variados. De esa manera, una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos” (FT 177-179).
Y en cuanto a las migraciones, que es un asunto muy preocupante ahora con Donald Trump, quien, con una visión muy egoísta, cierra el corazón a tantas personas que huyen de su país por diversos motivos, dice el Papa: “Más allá de las diversas acciones indispensables, los Estados no pueden desarrollar por su cuenta soluciones adecuadas, ya que las consecuencias de las opciones de cada uno repercuten inevitablemente sobre toda la Comunidad internacional. Por lo tanto, las respuestas sólo vendrán como fruto de un trabajo común, gestando una legislación global para las migraciones. De cualquier manera, se necesita establecer planes a medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia. Deben servir, por una parte, para ayudar realmente a la integración de los emigrantes en los países de acogida y, al mismo tiempo, favorecer el desarrollo de los países de proveniencia, con políticas solidarias, que no sometan las ayudas a estrategias y prácticas ideológicas ajenas o contrarias a las culturas de los pueblos a las que van dirigidas” (FT 132).
ACCIONES
Quienes ejercemos algún cargo, aprendamos a escuchar a los demás, antes de decidir. No seamos caciques que quieren tener al mundo a sus pies. La sabiduría de un gobernante implica humildad, para reconocer sus límites e implica a los demás en el camino a seguir.
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