Jaime Septién
El título de esta colaboración es arbitrario. Lo es porque pertenece no a la historia sino a una experiencia personal. Leí la obra de teatro Diálogo de Carmelitas de Georges Bernanos y pensé –sin consultar la historia—que si bien había pasado algo similar, la fe católica de este inmenso autor, tanto como su enorme capacidad imaginativa, le habían dado un matiz de ficción al guillotinamiento de las 16 monjas carmelitas de Compiègne por el régimen del terror implementado en Francia durante la revolución.
Pero no era así. Ahora que el Papa Francisco, atendiendo a un proceso de canonización bastante raro –la canonización equipolente—ha decidido que las mártires de Compiègne lleguen a los altares, me he puesto a leer el suplicio al que fueron sometidas las hermanas, encabezadas por la madre Teresa de San Agustín, en pleno centro de París como “festejo” del quinto año de la toma de la Bastilla, me doy cuenta que Bernanos retrató con agudeza y objetividad literaria no exenta de poesía, este horrible crimen.
La literatura tiene la capacidad de penetrar en el alma de los acontecimientos que la fría historia deja de lado. Por eso es tan importante –como ha dicho el propio Francisco—en la formación no sólo de los sacerdotes, sino de cualquier católico que quiera profundizar en su fe. Luego, leí La última del cadalso, de la mística Gertrude von Le Fort (en la que se basó Bernanos), pero nunca la sentí cerca del drama humano de estas maravillosas almas que subieron cantando al cadalso, dejando estupefacta a la turba “racionalista” un 17 de julio de 1794, Y esa fecha será la de su fiesta. La fiesta de la fe que triunfó sobre el miedo.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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