Tiempo de regresar a Dios
Es inevitable la consternación que nos provoca todo lo que estamos viviendo; pareciera que el mal avanza con paso firme, aplastando a su paso todo vestigio de justicia y ética que pudiera estorbar en su camino. ¿A dónde quieren llegar? La violencia en todas sus manifestaciones ha atrapado a nuestro país y ha manchado nuestro […]
Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.
Es inevitable la consternación que nos provoca todo lo que estamos viviendo; pareciera que el mal avanza con paso firme, aplastando a su paso todo vestigio de justicia y ética que pudiera estorbar en su camino. ¿A dónde quieren llegar?
La violencia en todas sus manifestaciones ha atrapado a nuestro país y ha manchado nuestro suelo con la sangre de miles y miles de víctimas, ha exterminado comunidades, ha destruido familias, ha sembrado un dolor indescriptible y también un gran enojo e impotencia que algunas veces, por no encontrar respuesta, genera más violencia.
Al igual que los sacrificios humanos que realizaban los aztecas y los mayas para honrar o alimentar a sus dioses; o el despiadado asesinato de niños en Belén y sus alrededores, ordenado por Herodes; hoy hay un brutal derramamiento de sangre, la de los bebés abortados, incluso hasta los nueve meses de gestación, y la sangre de las víctimas de las mafias que, con el control político y social, por tener el poder, son capaces de hacer cualquier mal sin respetar la vida y mucho menos la dignidad de las personas. Estos hechos nos hablan de la presencia de un gran instigador: satanás, que aún sabiéndose derrotado, no quiere rendirse, y hoy nos hace sentir su presencia, sembrando confusión, caos y desesperanza.
Sin duda, nos ha tocado vivir una época muy difícil, y a veces tenemos la tentación de dolernos por el mundo que estamos dejando a nuestros hijos y nietos y el futuro que les depara, olvidándonos que desde la eternidad Dios nos pensó a cada uno con infinito amor, y nos dio un lugar y una misión en la historia, “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones”
Estamos, nos dice el Papa Francisco, “llamados a vivir el hoy, incluyendo sus contradicciones, sufrimientos y miserias -incluidos nuestros pecados- que no hay que huir ni evitar, sino asumir y amar como ocasiones que el Señor nos ofrece para estar más íntimamente unidos a Él y también en la cruz”.
¿Qué podemos hacer tú y yo para lograr la paz que tanto anhelamos? Podemos atender el llamado de la Iglesia y de nuestros obispos, participar activamente en lo social y lo político y levantar la voz. Pero no será suficiente, si no reconstruimos a la sociedad desde la intimidad de nuestro hogar, en donde se aprende que no todo lo permitido es lícito, que los valores son permanentes y no cambian, que los derechos humanos y la dignidad de la persona son adquiridos por ser hijos de Dios y van más allá de lo escrito en las leyes; que el amor de los padres a los hijos es incondicional, y solo un reflejo del amor de Dios. Fue en la discreta labor de una familia donde Jesús, Dios y hombre verdadero, inició el camino de la Redención.
Sí, nos ha tocado vivir un tiempo difícil, pero los cristianos somos portadores de la esperanza, porque sabemos que Cristo Rey ha vencido; no perdamos esa alegría. “En la vida tendremos siempre cosas que hacer y tendremos excusas para dar, pero, hermanos y hermanas, hoy es el tiempo de regresar a Dios” Francisco