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COLUMNA

Desde la familia

El más hermoso corazón

Podemos entregar nuestro corazón, símbolo del amor que somos capaces de dar, a aquellos que necesitan de un consuelo.

7 noviembre, 2023
El más hermoso corazón
Consuelo Mendoza
POR:
Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

Cuenta la historia que un día, un joven llegó a la plaza del pueblo proclamando tener el más hermoso corazón; la gente lo empezó a rodear para conocer su corazón perfecto. En efecto, en él no había ni marcas, ni defecto alguno; lleno de vida latía con gran ritmo y vigor. Las personas admiradas le aplaudían, pues estaban de acuerdo que jamás habían visto un corazón tan bello.

 Mientras el joven se sentía orgulloso de poseerlo y de ser admirado, un anciano se abrió paso entre la multitud afirmando: “sin embargo, tu corazón no es tan bonito como el mío” y ante todos descubrió su corazón que, aunque latía con gran vigor, estaba lleno de cicatrices, de pedazos removidos en que se colocaron trozos de otros corazones que no correspondían al fragmento retirado, y de huecos que no habían sido reemplazados.

El muchacho, pensando que se trataba de una mala broma le dijo: “mi corazón es un corazón intacto, mientras el suyo está lleno de cicatrices y agujeros”.

Entonces el viejo, sin perturbarse, les contó a los presentes el significado de cada cicatriz, como entregaba en su vida pedazos de corazón que muchas veces eran sustituidos por trozos de otro corazón como señal de un amor correspondido; mientras que los huecos, representaban las ausencias, o los había regalado a quienes lo necesitaban, y aunque dolían, mantenían, a pesar muchas veces de la ingratitud, la esperanza y el recuerdo del amor entregado. ”Mi corazón está lleno de huellas de quienes he amado en el caminar por la vida, y jamás lo cambiaría por tu corazón perfecto”.

El cuento narra como el joven lleno de lágrimas, arranca un pedazo de su corazón para entregarlo al anciano que a su vez correspondió dándole un pedacito del suyo.

En una época en que la ausencia de amor ha provocado grandes injusticias en nuestro país y en el mundo entero, quizá no podamos solucionar todos los problemas que nos rodean, pero tampoco permanecer indiferentes… podemos entregar nuestro corazón, símbolo del amor que somos capaces de dar, a aquellos que necesitan de un consuelo, una ayuda material o una oración y darle así, un sentido trascendente a nuestra existencia.

Entregar el corazón a los nuestros, a nuestra familia, a nuestro entorno, que nuestro corazón sea feliz y no temeroso frente a la oportunidad de servir, de dar, de trascender dejando un poco de nosotros en quien cruce nuestro camino, o aún mejor, salir al encuentro de quienes nos necesitan.

Este cuento termina diciendo:

“Como debe ser triste pasar la vida con el corazón intacto”

 Mientras que el Papa Francisco nos dice: “Un corazón libre es un corazón luminoso que ilumina a los demás…”

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.


Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.