¿Qué significan los regalos que le llevaron los magos al Niño Dios?
San Pedro Crisólogo (Sermón 160) afirma que los magos de oriente vieron, en Jesús, al rey, a Dios y al que había de morir, por los regalos que le hicieron.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Venimos de Oriente para adorar al Rey
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
¿Qué significan los regalos que le llevaron los magos al Niño Dios?
Los tres regalos considerados tesoros a los que se refiere el evangelista san Mateo en el texto de este domingo son: oro, incienso y mirra.
El oro con el incienso, tanto en madera como en esencia, eran regalos que se ofrecían a los reyes.
Según nos lo reporta el primer libro de los Reyes (1Re 10,11-13) la reina de Saba regaló al rey Salomón oro puro y madera de incienso con el que se construyeron balaustradas e instrumentos musicales.
En el libro del Profeta Isaías (Is 60,6) también se mencionan estos regalos a Jerusalén donde reina el Señor Dios.
La mirra es un perfume usado tanto por las personas como lo vemos en el libro del Cantar de los Cantares (Ct 1,13;5,5.13)
La novia compara a su amado con una bolsita de mirra, es decir, una bolsita de perfume; la novia habla de que sus manos destilaban mirra, es decir, que sus manos estaban perfumadas, tal vez metáfora de la emoción que la embargaba por ser visitada por el novio.
También la mirra era usada en la preparación de los cadáveres como lo vemos en el evangelio de San Juan (Jn 9,39), donde se nos narra que Nicodemo y José de Arimatea habían preparado una mezcla de mirra y áloe, para preparar el cadáver de Jesús.
A raíz de estos datos, san Pedro Crisólogo (Sermón 160) afirma que los magos vieron, en Jesús, al rey porque le regalaron oro, a Dios porque le regalaron incienso y al que había de morir porque le regalaron mirra.
Dentro del contexto en el que se encuentra el pasaje, el acento no radica en el contenido de los regalos, sino más bien en el contraste.
Herodes y todo Jerusalén, aquellos que habrían heredado naturalmente las promesas de salvación, se consternan de saber que ha nacido el Mesías.
Por el contrario, los magos venidos de oriente lo buscan con ahínco y al encontrarlo le rinden homenaje con sus regalos. El reconocimiento como rey y Dios está expresado en que se postraron ante él.
*Mons. Salvador Martínez es biblista y rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.