¿Qué significa predicar en el desierto?
¿Por qué la profecía que sirvió para comprender el ministerio de Juan Bautista habla de la voz que clama desierto? ¿No sería mejor predicar en las ciudades?
Lectura del Santo Evangelio (Lc 3,1-6)
En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tretarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio ttetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: “Voz del que grita en el desierto: ‘preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajador; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios”.
La voz que clama en el desierto
En este artículo, analizaremos por qué la profecía que sirvió para comprender el ministerio de Juan Bautista habla de la voz que clama desierto, a caso, ¿no sería más lógico predicar en las ciudades o poblaciones?
La predicación que realizó San Juan Bautista como precursor de Jesús el mesías se realizó a orillas del río Jordán. A orillas del río Jordán está la ciudad de Jericó, pero nunca se menciona a Juan Bautista predicando en Jericó.
Por lo tanto, es posible que el Bautista usara lugares no habitados junto al Jordán como un símbolo que lo identificara con la profecía de Isaías (40,3-5) que él aplicó a sí mismo para definirse y definir su ministerio.
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El desierto tiene en la mentalidad hebrea un simbolismo fuerte ya que la travesía entre la tierra de esclavitud Egipto y la tierra prometida por Dios fue a través del desierto.
Según nos narra el libro de Números (Nm 13,1-14,38), el plan original de Dios era que el pueblo pasara rápidamente por él, sin embargo, ante la desconfianza del pueblo para poder conquistar la tierra de Canaan, Dios los castigó haciéndolos permanecer por cuarenta años.
En tiempos del profeta Oseas, Dios aprovechó esta simbología del desierto para hacer que su pueblo se convirtiera y le brindara toda su confianza, ya que se había dedicado a la idolatría para lograr buenas cosechas. Entonces el Señor le hizo ver que aquel que lo había alimentado en el desierto, con mayor razón sería capaz de dar abundancia a su pueblo en una tierra fértil (Os 2,4-3,5).
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Es precisamente en este profeta donde Dios le dice a su pueblo que lo llevará al desierto para volverlo a seducir. El signo del desierto coincide con la temática de predicación de San Juan Bautista, ya que él predicaba la conversión de las personas como preparación para la llegada del mesías.
Ciertamente la predicación en los poblados es mejor, por ello Jesús Nuestro Señor inició su predicación en las sinagogas y las plazas de las ciudades de Galilea, y solamente, ya que era mucha gente la que lo seguía, entonces se fue también a lugares desérticos.
Mons. Salvador Martínez es biblista y rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.