La transfiguración del Señor
El elemento de la resurrección fue la parte más difícil de comprender para los discípulos, ciertamente en épocas de Jesús ya se hablaba de la resurrección de los muertos, pero era un tema extraño para la mayoría
Lucas 9, 28b-36
Una característica muy marcada del tiempo de Cuaresma es la penitencia, la austeridad. No entiendo por qué el segundo Domingo de Cuaresma nos pone a considerar la transfiguración del Señor.
Al igual que el Primer Domingo de Cuaresma todos los años se medita sobre las tentaciones que el Señor Jesús sufrió en el desierto, así el segundo domingo, todos los años nos pone a considerar la transfiguración. Es verdad que el tiempo de Cuaresma es un tiempo penitencial.
Lo propio de este tiempo es el ayuno, la abstinencia de comidas y gustos, la práctica más constante y consciente de las obras de misericordia. Sin embargo, cometeríamos un error serio si no le damos a todas estas prácticas el valor que el Señor Jesús quiso que tuviera.
El relato de la transfiguración del Señor se encuentra inmediatamente después del primer anuncio que hiciera Jesús a propósito de su cercana pasión, muerte y resurrección. Este aviso era comprensible en sus primeras dos partes, que Jesús padecería y que moriría en la cruz, pero era del todo incompatible con los escenarios mesiánicos de la época porque se suponía que el mesías vendría a inaugurar el Reino de Dios en este mundo derrotando a los malvados entre los cuales los pecadores y los romanos eran los primeros.
Teniendo en cuenta este primer anuncio podemos comprender que Jesús en la escena descrita de la transfiguración estuviera dialogando con Moisés y Elías sobre “la muerte que le esperaba en Jerusalén”.
Un segundo elemento muy comprensible ante el anuncio de la pasión es que los discípulos se escandalizaran del maestro, entre sorpresa y desencanto por sus palabras.
Recordemos que Pedro había tratado de convencerlo de que así no serían las cosas (Mt 16,22). Por tanto, la voz venida de la nube, símbolo de la presencia divina, “este es mi hijo amado escúchenlo” viene a reafirmar que aunque difícil de aceptar el anuncio de la pasión, muerte y resurrección era confiable.
El elemento de la resurrección fue la parte más difícil de comprender para los discípulos, ciertamente en épocas de Jesús ya se hablaba de la resurrección de los muertos, pero era un tema extraño para la mayoría.
Entonces este acontecimiento de la transfiguración sirvió para ayudar a comprender la gloria definitiva a la que se dirigía el propio Jesús, este es el triunfo, no de tipo militar o político, sino existencial. Por este motivo Jesús les impuso silencio a los suyos sobre esta experiencia hasta que él resucitara de entre los muertos.
MÁS ARTÍCULOS DEL AUTOR:
¿A todo el que se deja llevar por el Espíritu lo tienta el demonio?