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COLUMNA

Cultura Bíblica

Las enseñanzas de Jesús

¿Qué lugar ocupa el pasaje que hemos leído hoy dentro del Evangelio y cuál es su importancia en esta parte del año? A estas dos preguntas trataremos de responder hoy.

23 junio, 2019
Las enseñanzas de Jesús
Las enseñanzas de Jesús

Lectura del Santo Evangelio

Los panes y los pescados

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.

Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie. Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”. (Lc 9,18-24).

Comentario

¿Qué lugar ocupa el pasaje que hemos leído hoy dentro del Evangelio y cuál es su importancia en esta parte del año? A estas dos preguntas trataremos de responder hoy.

La mayor parte de los Evangelios puede ser dividida de forma geográfica. Por ejemplo, en el Evangelio de san Lucas, la primera parte es aquella que nos presenta el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo en Galilea (Lc 3,1-9,50); la segunda parte es la subida a Jerusalén (Lc 9,51-19,28); la tercera es el ministerio de Jesús en Jerusalén (Lc 19,29-21,38) y por último la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor (Lc 22,1-24,53).

El pasaje que leemos hoy (Lc 9,18-24) corresponde a uno de los últimos momentos del ministerio de Jesús en Galilea, por lo tanto, se encuentra como final de la primera parte de su Evangelio.

Si recorremos brevemente lo acontecido en esta parte vemos que Jesús llamó a muchos de sus seguidores junto al lago, a algunos les prometió que los haría pescadores de hombres. Después de este primer paso, los discípulos siguieron al maestro en su caminar por distintos pueblos de Galilea, en ellos predicaba la cercanía del Reino de Dios, invitaba a los presentes a la conversión y en algunos lugares realizaba signos prodigiosos. Por un buen tiempo Jesús, acompañado por los suyos, realizó este tipo de actividades.

Resulta lógico, como desembocadura de un tiempo de relación entre Jesús y sus discípulos que Él se detuviera a preguntarles sobre lo que ellos pensaban de su relación. La respuesta de Pedro: “Tú eres el ungido de Dios”, no deja lugar a dudas sobre lo que ellos pensaban del Señor. Estaban convencidos de ser los seguidores del Mesías prometido.

Pero Jesús les dio una sorpresa cuando describe su futuro, cómo habría de sufrir al ser rechazado por los ancianos, que lo matarían, pero al tercer día resucitaría.

La subida a Jerusalén será un periodo en que Jesús repetirá una y otra vez los anuncios de su Pasión y las consecuencias de este modo de ver la actividad mesiánica. Pero ahora veamos la importancia de leer este texto en este domingo 12 del tiempo ordinario.

Es cierto que ya pasó la celebración de la Semana Santa y todo el tiempo pascual, pero para nosotros se viene la mayor parte del año en que habremos de seguir las enseñanzas de Jesucristo. Por eso es importante, detenernos a reflexionar: ¿Quién es Jesús para mí? Yo lo sigo, pero no será lo mismo seguir a un buen hombre o a un revolucionario que seguir al Mesías de Dios.