Evangelio según san Mateo (Mt 23, 1-12)
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente.
Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros’.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el ‘guía’ de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
¿Por qué la enseñanza del Señor Jesús incluye varias prohibiciones sobre los títulos dados a los discípulos?
Desde hace varios domingos llegamos al ministerio de Jesús en Jerusalén. El día de hoy leemos una parte del discurso dedicado a corregir la hipocresía de los escribas y fariseos. El discurso, en su conjunto, consta de tres partes: la primera que leímos hoy (Mt 23,1-12) crítica inicial contra las malas costumbres de los escribas y fariseos; la segunda parte que es un conjunto de siete quejas en contra de la hipocresía de los escribas y fariseos (Mt 23,13-36) y la tercera parte que es un lamento sobre Jerusalén que mata a los profetas y rechaza la salvación (Mt 23,37-39).
La crítica que leemos hoy denuncia el hecho de que sus enseñanzas son buenas, pero ellos mismos no las siguen. Más aun, exigen el cumplimiento de lo que enseñan pero ellos no cumplen nada. La segunda materia de crítica es aprovechar el estatus social y hacer las cosas tan solo para ser visto y admirado. Y la tercera parte temática previene a los discípulos contra el uso de los títulos como Padre, Señor, maestro, concluyendo con un proverbio “el que se enaltece a sí mismo será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
Esta prevención se encuentra en un contexto polémico, por supuesto que puede ser tomada en modo literal, pero también puede indicar que en la comunidad cristiana debemos estar atentos a que, en primer lugar tengamos a Dios como único Señor, Padre y Maestro. Y, si en algún caso lo usamos para llamar a alguien, con ese título, esa persona debe tener cuidado de no pretender tomar el lugar que no le corresponde.
Mons. Salvador Martínez Ávila es biblista y Rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
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