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COLUMNA

Columna invitada

COVID-19; Las escuelas particulares están en peligro

Un considerable número de familias no han podido pagar las colegiaturas, impactando fuerte en la economía de los colegios y poniendo incluso en riesgo su futuro.

6 mayo, 2020
La escuela particular ha tenido un papel preponderante en la historia de la educación en México y ha sido un evidente apoyo para el gobierno en su obligación constitucional de brindar educación a los niños y jóvenes mexicanos, además de garantizar el derecho de los padres de familia para elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. La educación privada y, en especial, la educación católica, ha logrado sobrevivir a persecuciones religiosas, a gobiernos socialistas, a imposiciones oficiales e incluso a las devaluaciones y crisis económicas que se han dado a lo largo de los años en nuestro país. Leer: La pedagogía de Jesús El COVID-19, que ha cimbrando al mundo y todas sus estructuras, llegó a México y además de todos los males que ha traído consigo, hoy se convierte en una de las peores amenazas para la educación y para el sistema educativo, que no estaba preparado para una contingencia de esta magnitud. A marchas forzadas se ha recurrido a la tecnología para suplir en casa las clases que los menores deberían recibir en las aulas.  Las escuelas particulares, algunas mejor dotadas que otras, también han continuado con los programas de estudio y han implementado los medios para continuar el ciclo escolar; y, a pesar de que los alumnos no asisten al colegio, casi todos sus gastos, comenzando por las nóminas, siguen corriendo pues de ellos dependen económicamente muchas familias. Para los padres de familia tampoco ha sido nada fácil. Muchos de ellos se han quedado sin empleo, o continúan laborando desde casa; a una gran cantidad les han reducido sus salarios, mientras que otros, a pesar de los riesgos, requieren seguir asistiendo a sus centros de trabajo y no les es fácil asumir el tiempo de acompañamiento o vigilancia para el aprovechamiento escolar de sus hijos, que se multiplica además según el número que tengan. Leer: Coronavirus y violencia doméstica Un considerable número de familias no han podido pagar las colegiaturas, impactando fuerte en la economía de los colegios y poniendo incluso en riesgo su futuro. La comunidad educativa está compuesta por padres, maestros y alumnos, y hoy es urgente la unidad para encontrar soluciones adecuadas a una situación de la que todos somos víctimas. Los colegios necesitan de los padres y alumnos, y los papás necesitamos de los colegios por diversos motivos, como la calidad de la educación, el sistema adecuado, la formación en la fe y en valores, los deportes, los idiomas, etcétera. En concreto, nos dan el poder de elegir. Sin escuelas privadas estaríamos condenados a la imposición. La escuela particular, incorporada a la Secretaría de Educación Pública, ha brindado un importante apoyo al gobierno. El informe que presentó en abril del 2019 el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, señala que “las escuelas públicas representan alrededor del 90% de la matrícula de educación primaria y secundaria, 85% de la preescolar y 80% de la de educación media superior”, el resto de estos porcentajes, se convierte en varios miles de niños y adolescentes atendidos por la educación privada. Si la educación siempre debe ser una prioridad tanto para el gobierno como para la sociedad, en este momento de crisis no podemos olvidarnos de su importancia, porque finalmente es a través de ésta como podremos salir adelante del tsunami llamado COVID-19. Los directivos, los maestros y los padres de familia no pueden ser opositores, pues ambas partes son víctimas de lo imprevisto, y tendremos juntos, que encontrar las mejores soluciones para salir adelante. En un gran número de países la educación privada no solo es reconocida sino incentivada por la autoridad de diferentes maneras: dando bonos de apoyo a los padres de familia, proporcionando las instalaciones o pagando los sueldos de los maestros, así como muchas grandes fundaciones destinan una parte importante de su patrimonio a la creación o apoyo de escuelas particulares. Es el momento de unir esfuerzos, tocar puertas, explorar nuevos horizontes, porque a pesar de que durante muchos años la historia oficial la haya excluido, la educación privada, y en especial la educación católica ha sido una protagonista importante en la formación integral de los mexicanos. “Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”, Malala Yousafzai.
*La autora fue presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia. Actualmente preside la Alianza Iberoamericana de la Familia. Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.  
POR:
Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

La escuela particular ha tenido un papel preponderante en la historia de la educación en México y ha sido un evidente apoyo para el gobierno en su obligación constitucional de brindar educación a los niños y jóvenes mexicanos, además de garantizar el derecho de los padres de familia para elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos.

La educación privada y, en especial, la educación católica, ha logrado sobrevivir a persecuciones religiosas, a gobiernos socialistas, a imposiciones oficiales e incluso a las devaluaciones y crisis económicas que se han dado a lo largo de los años en nuestro país.

Leer: La pedagogía de Jesús

El COVID-19, que ha cimbrando al mundo y todas sus estructuras, llegó a México y además de todos los males que ha traído consigo, hoy se convierte en una de las peores amenazas para la educación y para el sistema educativo, que no estaba preparado para una contingencia de esta magnitud.

A marchas forzadas se ha recurrido a la tecnología para suplir en casa las clases que los menores deberían recibir en las aulas.  Las escuelas particulares, algunas mejor dotadas que otras, también han continuado con los programas de estudio y han implementado los medios para continuar el ciclo escolar; y, a pesar de que los alumnos no asisten al colegio, casi todos sus gastos, comenzando por las nóminas, siguen corriendo pues de ellos dependen económicamente muchas familias.

Para los padres de familia tampoco ha sido nada fácil. Muchos de ellos se han quedado sin empleo, o continúan laborando desde casa; a una gran cantidad les han reducido sus salarios, mientras que otros, a pesar de los riesgos, requieren seguir asistiendo a sus centros de trabajo y no les es fácil asumir el tiempo de acompañamiento o vigilancia para el aprovechamiento escolar de sus hijos, que se multiplica además según el número que tengan.

Leer: Coronavirus y violencia doméstica

Un considerable número de familias no han podido pagar las colegiaturas, impactando fuerte en la economía de los colegios y poniendo incluso en riesgo su futuro.

La comunidad educativa está compuesta por padres, maestros y alumnos, y hoy es urgente la unidad para encontrar soluciones adecuadas a una situación de la que todos somos víctimas.

Los colegios necesitan de los padres y alumnos, y los papás necesitamos de los colegios por diversos motivos, como la calidad de la educación, el sistema adecuado, la formación en la fe y en valores, los deportes, los idiomas, etcétera. En concreto, nos dan el poder de elegir. Sin escuelas privadas estaríamos condenados a la imposición.

La escuela particular, incorporada a la Secretaría de Educación Pública, ha brindado un importante apoyo al gobierno. El informe que presentó en abril del 2019 el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, señala que “las escuelas públicas representan alrededor del 90% de la matrícula de educación primaria y secundaria, 85% de la preescolar y 80% de la de educación media superior”, el resto de estos porcentajes, se convierte en varios miles de niños y adolescentes atendidos por la educación privada.

Si la educación siempre debe ser una prioridad tanto para el gobierno como para la sociedad, en este momento de crisis no podemos olvidarnos de su importancia, porque finalmente es a través de ésta como podremos salir adelante del tsunami llamado COVID-19.

Los directivos, los maestros y los padres de familia no pueden ser opositores, pues ambas partes son víctimas de lo imprevisto, y tendremos juntos, que encontrar las mejores soluciones para salir adelante.

En un gran número de países la educación privada no solo es reconocida sino incentivada por la autoridad de diferentes maneras: dando bonos de apoyo a los padres de familia, proporcionando las instalaciones o pagando los sueldos de los maestros, así como muchas grandes fundaciones destinan una parte importante de su patrimonio a la creación o apoyo de escuelas particulares.

Es el momento de unir esfuerzos, tocar puertas, explorar nuevos horizontes, porque a pesar de que durante muchos años la historia oficial la haya excluido, la educación privada, y en especial la educación católica ha sido una protagonista importante en la formación integral de los mexicanos.

“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”, Malala Yousafzai.

*La autora fue presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia. Actualmente preside la Alianza Iberoamericana de la Familia.

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 


Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.