La sociedad civil sin liderazgo
Ante la cerrazón del Congreso para imponer el sometimiento del poder judicial solo queda la impotencia
Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.
México está atravesando por uno de sus momentos más oscuros de los últimos treinta años, recordando que 1994 comenzó con el alzamiento de los indígenas en Chiapas (EZLN), siguió con el asesinato del candidato a la presidencia por el PRI y concluyó con otra serie de ejecuciones de figuras políticas, hasta llegar a la crisis económica al final del año, en plena sucesión presidencial, con la declaración de suspensión de pagos como país para responder a los compromisos crediticios inmediatos, siendo rescatado por el gobierno de Estados Unidos (Clinton) con un préstamo emergente de cincuenta mil millones de dólares. A partir de todos estos hechos y apoyados en TLC que comenzó en el mismo 1994, México consolidó sus estructuras para la democracia, destacando el Instituto Federal Electoral (IFE).
En este 2024 hemos tenido un proceso electoral lleno de violaciones a la ley por parte del presidente de la república y su partido, marcado por la violencia del crimen organizado y por una jornada electoral manipulada con infinidad de trampas por parte el oficialismo y finalmente validada de manera vergonzosa por el Instituto Nacional Electoral (INE), antes modelo de imparcialidad y ahora convertido en comparsa del gobierno. El golpe final de este proceso lo volvió a dar el INE adjudicando una sobrerrepresentación indebidamente a las fuerzas políticas del actual gobierno, validadas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sin mayor recato.
Las primeras acciones del Congreso entrante, en medio de una soberbia triunfalista de los diputados y senadores morenistas y sus cómplices que les hace olvidar que no están allí por los votos de la ciudadanía sino por el fraude electoral consumado, ha sido dar un paso más para destruir la democracia en México mediante una Reforma Constitucional sobre el Poder Judicial.
La ciudadanía ha tenido una muy amplia participación en todo este proceso con mucha claridad sobre el rumbo que debía tomar nuestro país, sin embargo, ante el fraude consumado ha reaccionado con indignación y sentimiento de tristeza. Ante la cerrazón del Congreso para imponer el sometimiento del poder judicial solo queda la impotencia. La manifestación de los estudiantes de leyes de todas las universidades públicas y particulares, junto a los trabajadores del Poder Judicial en contra de las arbitrariedades del Congreso ha sido un signo muy importante de una sociedad civil viva y comprometida con México, sin embargo, se nota un gran vacío, falta un liderazgo claro, falta el factor que de unidad en las iniciativas, falta un frente común para la resistencia pacífica. Los partidos y políticos de oposición están ausentes y auto marginados. También debemos hacernos una pregunta obligada: ¿Y en todo esto, dónde estamos como Iglesia?
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