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Sigamos los pasos de San Pedro

Este 29 de junio celebramos la fiesta de San Pedro y de San Pablo: los dos grandes apóstoles. La entre Jesús y Pedro nos deja esperanza.

28 junio, 2022
Sigamos los pasos de San Pedro
Marcela Hernández
POR:
Autor

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas. 

Este 29 de junio celebramos la fiesta de San Pedro y de San Pablo. Los dos grandes apóstoles. Estoy segura de que a San Pablo no le molestará que hoy dedique este espacio sólo para hablar de Simón, a quien Jesús nombró Pedro, que significa ‘piedra’, y que como una roca fue tallado y pulido en manos de Cristo, paso a paso, con aciertos y desaciertos, a través de una historia de crecimiento, fe, dolor, perdón; pero, sobre todo, una historia de amor.

La historia de la relación entre Jesús y Pedro nos deja un legado de esperanza para no sólo seguir a Cristo como nuestro Dios, maestro, modelo, hermano, sino para sabernos y creernos también uno más de sus amigos.

Pero la amistad con Jesús no nos es impuesta, como todas las relaciones, está a expensas de nuestra libertad y voluntad por formar el vínculo con alguien, de abrir nuestro corazón a otra persona y dejar que su presencia nos transforme. Nunca un amigo pasa desapercibido en nuestra vida, invariablemente hay muchos frutos que nacen de nosotros mismos cuando entablamos una verdadera amistad.

Así, San Pedro dio y sigue dando frutos de amor y de fe al convertirse en el primer Vicario de Cristo. Pero, ¿qué podemos aprender de Simón y de los diferentes momentos más representativos que vivió con Él?

1. Soltar las redes

De Simón a Pedro. No fue un simple cambio de nombre, fue un cambio de vida, un llamado a dejar todo atrás y empezar de cero. Soltar las redes -su oficio, sus conocimientos, su pasado y presente- y comenzar a seguir a Jesús para convertirse en pescador de hombres y, mucho más allá, ser la piedra sobre la que Cristo edificaría su Iglesia. ¿Qué tan dispuestos estamos nosotros a soltar nuestras propias redes?

2. Enfrentó sus miedos

Caminar sobre las aguas con Cristo extendiéndonos sus brazos y esperándonos del otro lado parece una tarea fácil, viéndolo desde afuera. Se supone que tendríamos que confiar en que, si Dios está ahí, nada malo podría sucedernos; sin embargo, el miedo suele distraernos con facilidad.

Podemos centrarnos en la caída de Pedro, pero mejor aprendamos de su intento y su tenacidad por lanzarse al agua, a pesar de sus miedos. Esta experiencia nos permite entender que la mano de nuestro Señor siempre estará ahí, aunque comencemos a hundirnos. ¿Somos capaces de dar el primer paso a pesar de nuestras dudas?

3.Obediente y humilde ante la voluntad de Jesús

Pedro se mostró, en muchas ocasiones, como un hombre valiente, impulsivo, y, a mi parecer, hasta cierto punto obstinado; sin embargo, también fue obediente y dócil a la voluntad de su Maestro, siendo muchas veces capaz de doblegar sus propias certezas, como cuando, por órdenes de Jesús, volvió a meter su barca mar adentro a pesar de haber intentado pescar toda la noche sin éxito.

Cada vez que Pedro creyó saberlo todo (“Aun cuando tenga yo que morir contigo, jamás te negaré”) o bien, tener las mejores propuestas (como cuando quiso construir tres tiendas tras la Transfiguración de nuestro Señor), también tuvo la humildad para reconocer sus fallas, arrepentirse, aprender de ellas y retomar aún con más fuerza la misión que Cristo le encomendó.  ¿Cómo actuamos nosotros después de fallarle a Dios?

San Pedro fue un hombre lleno de aciertos y desaciertos, fracasos y victorias, temores y valentía; tal vez es eso lo que me fascina tanto de él, su innegable humanidad que nos permite identificarnos con sus precariedades y asperezas y darnos la esperanza de que Dios todo lo puede en nosotros cuando decidimos decirle que sí, a pesar de nosotros mismos.

Tal como lo hizo Simón, aquel que lo negó tres veces, pero que al final aceptó también la muerte de Cruz (venciendo sus viejos temores) y lo hizo de la forma más valiente y honrosa, pidiendo que lo colocarán de cabeza al no sentirse merecedor de morir como su amado Maestro.

¿Quién es Marcela Hernández?

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.

Nota: Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad única del autor y no representan necesariamente el punto de vista de Desde la fe.

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Autor

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.