En nuestro país, la pirotecnia ha estado muy presente y con mucho arraigo en nuestras costumbres y tradiciones; son un elemento que no puede faltar en nuestras fiestas religiosas y civiles –fiestas patronales y festividades patrias-, incluso, en las celebraciones sociales, ya sea de alegría o de despedida de nuestros seres queridos: nacimientos, cumpleaños y defunciones.
Sin embargo, hoy nos debemos plantear la necesidad de revisar el uso de la pirotecnia en los techos o en las inmediaciones de los recintos sagrados que son Patrimonio Histórico y Cultural de la nación; en especial en aquellos que tienen daños estructurales considerables ocasionados por los sismos.
Como decimos comúnmente, debemos ser muy cuidadosos en la quema de pólvora, por el riesgo que esto conlleva; pues el uso descontrolado de la misma, sobre todo cuando intervienen personas no capacitadas, pueda generar un daño mayor a personas y a los Bienes Culturales.
Sí, debemos de mantener la bella costumbre de los juegos pirotécnicos que son ya parte de nuestra identidad nacional y reflejan el ingenio y pericia de nuestros artesanos, pero las circunstancias actuales nos deben llevar a buscar, en algunos lugares, la reubicación de la “quema” y el uso controlado de ondas producidas por los estallidos.
Ya en varias ocasiones, durante las fiestas patronales de algunos templos afectados por los sismos, se les ha pedido que los cohetes y bombas, de luz y de trueno, se quemen a una distancia considerable de los inmuebles, por el daño que pudieran provocar; pues si hay daños, estos se agravan. Si no se puede reubicar la quema de pólvora, entonces se les sugiere suprimir o sustituir por otros elementos festivos.
Ante las fiestas patrias del Grito de Independencia, donde las parroquias y las instancias civiles convergen en las mismas plazas y zócalos, es conveniente considerar el daño que se puede causar al Patrimonio Histórico y Cultural.
Caso concreto es el de la Catedral Primada de México, en el zócalo capitalino, con el Palacio Nacional, que sería muy bueno que se tomara en cuenta esta recomendación surgida del diálogo con los especialistas del Cuidado y Conservación de los Bienes, del INAH y de Sitios y Monumentos; sin duda es una forma de mitigar tanto las ondulaciones que provocan los estallidos, como la basura que genera la pirotecnia y que acaba por tapar las caídas de agua.
Debemos buscar soluciones para que la pirotecnia se conserve en todas sus expresiones y, junto a ello, se resguarde y evite dañar las estructuras con afectaciones previas.
En donde sea necesario, se debe procurar un diálogo entre las autoridades encargadas de la festividad, del INAH y de los responsables de los templos. Acompañarse y asesorarse para no descuidar ni las fiestas ni los inmuebles del patrimonio.
Ya se había hablado en los medios de comunicación de que en los conciertos del zócalo de la Ciudad de México se tuviera mucho cuidado en los decibeles, pues estos podían dañar las torres de la Santa Iglesia Catedral. No se trata de cancelar la pirotecnia, sino de ser cuidadosos y precavidos, y buscar alternativas con distancias y lugares sin riesgo para las personas y los Bienes.
*El P. Salvador Barba es el enlace para la Reconstrucción de los Templos de la Arquidiócesis Primada de México y Director de la Dimensión de Bienes Culturales de la misma Arquidiócesis.
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