La Megamisión: una oportunidad para revitalizar nuestra fe
Todos estamos llamados a compartir con alegría nuestra fe, pues quien no transmite lo que cree, terminará perdiendo aun esa fe que cree tener.
Por muchos años hemos sido educados para cumplir con “las obligaciones de nuestra fe” que nos pide: “ir a Misa los domingos y fiestas de guardar, cumplir los mandamientos y confesarnos una vez al año”. ¡Cuántos están tranquilos cumpliendo estos preceptos! Y hoy, cuántos más, ni estos preceptos cumplen y están tranquilos porque dicen: “yo creo en Cristo, pero no en la Iglesia”.
Entiendo que si ligamos la fe en Cristo a cumplir algunas exigencias morales y rituales, alguien pueda decir: “Cristo sí, pero Iglesia no”; como también comprendo que algunos cuantos que se creen fieles digan: “Misa sí, pero compromiso evangelizador, no”.
Sin embargo, ninguna de estas posturas puede sostenerse cuando se quiere ser fiel a Cristo; ambas, aunque muy diferentes, terminan creyendo en un Dios hecho a su medida, que tranquiliza su conciencia, que les resuelve algunos problemas, pero que no los impulsa al compromiso de compartir el gozo del Evangelio.
El amor del Padre por su Pueblo, urgió a Cristo a salir de su comodidad, a poner su vida en riesgo, y comprometerse con los alejados de Dios y desechados de la sociedad, porque su Padre deseaba que todos los hombres experimentaran su amor, pues sólo así tendría pleno sentido su existir.
Este envío que experimentó Jesús es el que comparte con sus discípulos como resucitado: “como el Padre me envió, ahora yo los envío a ustedes”. Por ello, creer en Cristo es compartir su misión.
¡El sentido de la comunidad cristiana es la misión, no solo la conservación de una vida centrada en los sacramentos! Jesús ha venido a traer un fuego, el fuego del Espíritu que hace arder los corazones en el amor de Dios por su pueblo; de esta manera, quien comulga a Cristo, recibe este fuego para incendiar otros corazones. Quienes no lo hacen, terminan extinguiendo dentro de ellos el fuego del amor de Dios.
Los papas san Pablo VI, san Juan Pablo II y ahora el Papa Francisco nos han recordado la urgencia de evangelizar: “la Iglesia existe para evangelizar, dijo Pablo VI; “urge una nueva evangelización”, diría Juan Pablo II y finalmente el papa Francisco nos convocó a una Iglesia en salida, peregrina, evangelizadora, en una continua conversión misionera.
Por ello, al iniciar una vez más la Megamisión en nuestra Arquidiócesis, y celebrar el DOMUND, la Jornada mundial del Pobre y el día del laico entre octubre 23 y noviembre 20, quisiera invitarlos a reflexionar si en verdad están asumiendo su compromiso evangelizador en su vida ordinaria como cristianos.
No nos conformemos con conservar nuestras tradiciones; ¡salgamos, salgamos con alegría y esperanza a llevar nuestra fe hasta el último rincón de nuestra ciudad! Hay tantos que necesitan escuchar que son amados por Dios; tantos que se encuentran con miedo y desesperanza que les urge experimentar que Cristo los visita y los pone en pie; tantos jóvenes que anhelan escuchar una palabra de aliento en lugar de recibir juicios sobre sus costumbres.
¿Quién cumplirá esta misión de la Iglesia? ¿El cura, la religiosa, la catequista, el coordinador de un grupo? Sin duda que están incluidos, pero no basta, todos estamos llamados a compartir con alegría nuestra fe, pues quien no transmite lo que cree, terminará perdiendo aun esa fe que cree tener.
Dios nos bendiga con su Espíritu en estas semanas de la Megamisión que comienzan el 23 de octubre y terminarán el 20 de noviembre, y María Santísima de Guadalupe haga fecundas nuestras acciones para que su Hijo sea anunciado, amado y adorado. ¡Dios los colme de su amor!
Más artículos del autor: ¿Por qué la asamblea parroquial debe ser importante para cada iglesia?
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.