Es sabido que en este mes se cumplen 50 años de la llegada del Apolo 11 a la Luna. En este artículo se pretende hablar un poco acerca de cuál ha sido la relación entre la religión en general, y la Iglesia Católica en particular, con la exploración espacial.
Se pretende recordar algunos detalles muy interesantes, que la mayoría de la gente ha olvidado, relacionados con los Papas y la exploración espacial. Y, de manera especial, el papel que desempeñó el papa San Pablo VI, recientemente canonizado por el papa Francisco. (En este artículo me voy a referir a él como “Paulo VI” ya que, en ese entonces, así era como mejor lo conocíamos).
Todos (los que tenemos cierta edad) recordamos aquel momento electrizante, el 20 de julio de 1969, a las 2:20 p.m. tiempo de México, cuando se escuchó por la radio la voz de Neil Armstrong: “Houston, Tranquility Base here: Eagle has landed” (Houston, aquí Base de la Tranquilidad: el Águila ha alunizado).
Permítaseme hablar un poco de los antecedentes de tan importante acontecimiento.
La llegada del Apolo 11 a la Luna no fue un hecho fortuito y aislado. Fue la culminación de un proceso muy largo y complicado, un enorme esfuerzo tecnológico que comenzó desde fines de la década de los 40, cuando una serie de cohetes V-2, diseñados por el ingeniero Werner von Braun, fueron lanzados con fines científicos desde el desierto de Nuevo México.
En los años subsecuentes se fueron perfeccionando y construyendo cohetes cada vez más potentes. Para fines de la década de los 50 ya se habían colocado los primeros satélites artificiales en órbita. A principios de los 60 se desarrolló el proyecto Mercury en Estados Unidos, y Vostok en la Unión Soviética, pudiendo ser llevados los primeros hombres al espacio.
Entre 1964 y 1966 se desarrolló el proyecto Gemini, cuyo propósito principal fue perfeccionar los acoplamientos de dos naves en el espacio, y así abrir el camino para mandar hombres a la Luna. Mientras tanto, desde 1959 ya habían sido enviadas una serie de sondas sin tripulantes a la Luna, incluyendo naves robot que se posaron suavemente sobre la superficie de la misma (las “Surveyor”), todo con el fin de recaudar información detallada para poder enviar hombres a la Luna.
En 1968, después de superar una serie de dificultades, fue lanzada la nave Apolo 7 y, poco después, la Apolo 8. Ésta última fue la primera misión en la cual seres humanos fueron sacados de la órbita terrestre para ser colocados en órbita lunar.
En 1969, después de las misiones de prueba Apolo 9 y 10, por fin fue lanzada la nave Apolo 11, tripulada por Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. El 20 de julio, Armstrong y Aldrin descendieron a la superficie en el módulo lunar “Eagle”, y se convirtieron en los primeros seres humanos en pisar otro cuerpo celeste diferente de la Tierra.
¿Y qué tiene que ver Dios con todo esto? Pues en primer lugar, que si Dios no hubiese dado al hombre el don de la razón, nunca hubiera podido llegar al nivel de desarrollo científico y tecnológico al que ha llegado, logrando metas increíbles como la que estamos describiendo.
Pero no sólo eso. La mayoría de los hombres que han ido al espacio (a excepción de los soviéticos de los años 60), han sido personas creyentes en Dios. Hablemos de algunas anécdotas interesantes. En 1962, German Titov, quien fue el segundo hombre en ser lanzado al espacio por la Unión Soviética, dijo a su regreso, en una entrevista, que “la gente dice que Dios está ahí arriba. Yo lo estuve buscando atentamente todo el día, pero no encontré a nadie. No vi ni a Dios ni a los ángeles”.
(Es curioso ver que los ateos piensan que nosotros, los creyentes, creemos que el cielo, como el lugar de la eterna gloria, es lo mismo que el “cielo” físico, es decir, el espacio fuera de la atmósfera terrestre). (Hay cierta controversia acerca de si estas palabras las dijo Titov, o las dijo Gagarin, el primer hombre en el espacio, pero el hecho es que uno de los dos las dijo).
El 24 de diciembre de 1968 los astronautas del Apolo 8, Frank Borman, James Lovell y William Anders, estando en órbita lunar, enviaron un mensaje de Navidad a toda la humanidad, en el cual incluyeron la lectura de los 10 primeros versículos del Génesis, en los que se habla de la Creación y de Dios-Creador. Se repartieron la lectura entre los tres astronautas. (En cierto modo, era una manera de contrarrestar el comentario de Titov de seis años antes). Borman terminó el mensaje diciendo: “Feliz Navidad y que Dios los bendiga a todos ustedes, allá en la buena Tierra”
El 21 de julio de 1969, estando los astronautas Armstrong y Aldrin en la superficie lunar, el papa Paulo VI les envió el siguiente mensaje: “¡Honores, saludos y bendiciones para ustedes, conquistadores de la Luna, pálida lámpara de nuestras noches y nuestros sueños! Llévenle, por medio de su presencia, la voz del espíritu, un himno a Dios, nuestro Creador y Padre. Estamos cerca de ustedes, con nuestros buenos deseos y con nuestras oraciones. El papa Paulo VI, junto con toda la Iglesia Católica, les saluda”.
Tres meses después, en octubre del mismo año, el Papa los recibió personalmente en el Vaticano. En abril de 1970 fue lanzada la nave Apolo 13, la cual iba a efectuar el tercer alunizaje. Los tripulantes eran James Lovell, John Swigert y Fred Haise. En el camino de ida tuvieron un serio problema técnico, por el cual no sólo no pudieron llevar a cabo la misión de alunizar, sino que muy poco faltó para que no pudieran hacer la maniobra para regresar a la Tierra. Fue un verdadero milagro el que se salvaran.
Durante los momentos más críticos, el papa Paulo VI les envió una oración a ellos y a sus familiares: “Elevaremos una oración a nuestro Padre que está en el cielo por aquéllos hombres audaces, ahora en peligro, y por lo tanto, a nosotros, más hermanos que nunca”. Una vez rescatados en el océano, lo primero que hicieron los tres astronautas fue orar, delante de las cámaras, dando gracias a Dios por su regreso.
En mayo de 2011 el Papa Benedicto XVI dialogó directamente con los astronautas que se encontraban en la Estación Espacial Internacional. A su vez, en octubre de 2017 el papa Francisco también habló con los astronautas que en ese momento se encontraban en la misma Estación.
En conclusión, podemos ver que la religión, y en particular la Iglesia Católica, siempre ha estado del lado de la exploración espacial, y apoyando a esos “hombres audaces”.
Es ingeniero y miembro del Centro Mexicano de Sindonología
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