El Matrimonio, ¿es una simple unión civil?
Quienes toman la decisión de unirse en Matrimonio deben estar perfectamente convencidos de que es su vocación de vida, no una simple unión civil.
Actualmente existe en el mundo una tendencia a simplificar lo que el matrimonio es en realidad. Existen ataques generalizados a su figura, vaciándolo de contenido, haciéndolo frágil legalmente, restándole importancia social y personal.
Ante ello, es conveniente hacer una recopilación de algunos argumentos a favor del Matrimonio, con mayúscula por su importancia.
Desde el punto de vista jurídico, el matrimonio se origina en la antigua Roma, como un hecho, no como un contrato, mediante la aceptación del varón y la mujer de conformarlo, generando con ello efectos jurídicos en materia familiar y patrimonial. Actualmente, en la mayoría de los países occidentales, la figura matrimonial se rige por el derecho civil, generando la discusión sobre si la ley puede modificar la figura matrimonial que precede a la propia ley.
Si entramos al análisis muy breve desde el punto de vista social, podemos observar que el matrimonio tiene una función insustituible, pues según datos del Current Population Survey de 2009, en los Estados Unidos, sobre el porcentaje de niños en pobreza, mientras que entre parejas casadas con ambos padres presentes, era de 9.7% del total en la misma situación; entre las parejas no casadas se eleva a 44.4% la pobreza, y con la mamá sola, giraba en un 40.5%, y con papá solo un 17.6% siendo aún esto el doble de cuando hay un matrimonio con papá y mamá presentes.
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El matrimonio pues, tiene una función jurídica, una función social, y además, una función de trascendencia personal.
El Cardenal Karol Wojtyla, en “Amor y Responsabilidad” explica con bastante profundidad la riqueza del matrimonio, que forma una unión espiritual, material y terrestre, la cual debe ser duradera y estable; va mucho mas allá de las simples relaciones sexuales, pues reducir el matrimonio a este tipo de relaciones es objetivar a la persona, es convertir a una persona en objeto de placer de otra, mientras que el matrimonio lo que genera es a co-sujetos de amor. Esa entrega de hombre y mujer por amor, lleva la posibilidad de la procreación, y por todo ello, es el matrimonio la institución fundadora de la familia.
El Papa Francisco, afirma en Evangelii Gaudium que “el matrimonio tiende a ser visto como mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja”.
También el Papa Francisco en Amoris Laetitia, afirma “El sacramento del Matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque ‘su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia. Los esposos son por tanto el recuerdo permanente para la Iglesia de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes’”
Concluyendo a este breve análisis, el Matrimonio no puede ser equiparado a una simple unión civil, quienes toman la decisión de unirse en matrimonio, deben estar perfectamente convencidos de que es su vocación de vida.
*Jesus Valdez de los Santos es Coordinador de la Comisión de Vida de la Arquidiócesis Primada de México.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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