Hoy, ayer y siempre
Nos encontraremos con mayor brevedad, pero no con menos ganas, con otro estilo pero con la misma identidad, en un cauce de dos mil caracteres
AYER: Pues sí, ayer me comunicaron –de manera general- un cambio en el formato y contenido de este semanario. Ya notaremos el giro positivo de esta novedad. Queda atrás el nombre y estilo del Ángelus dominical que por más de 13 años recibías en este medio. Fue una especial aventura comentar temas y tópicos variados, siempre en tono esperanzador, positivo, alegre. El “Ángel del Día del Señor” anunció la Resurrección de Cristo, mostró que el sepulcro no era su destino, por eso abordamos cada comentario evitando queja innecesaria o crítica superficial. Se buscó que nunca faltara, explícita o implícitamente, la esperanza que nos da Jesús. Con el pasado Ángelus Dominical –fechado el 23 de julio y aderezado con pastel “selva negra”- cerramos un ciclo y nos despedimos del AYER.
HOY: Pues sí, hoy iniciamos una etapa nueva y espero contar con tus ojos y tu corazón –amable lector-, tu lectura es lo que da sentido y motor a lo que aquí se puede aportar a la reflexión, al estudio, a la opinión que DESDE LA FE –no menos- compartimos como miembros de la Iglesia. Uno de los cambios directos es el tamaño de esta columna –dos mil caracteres-, así que pensamos en un diseño nuevo: opinando sin olvidar el AYER, iluminando el HOY desde el lugar donde Dios nos puso y en perspectiva de lo que ha de perdurar, de lo que será SIEMPRE. Ahí está la razón de su nombre triangular. Te comento que el “Ángelus dominical” seguirá publicándose en otro espacio y medio, por lo pronto puedes marcar el 55 5702 2402, te abonaremos a un grupo de “whatsapp” y lo recibirás en tu celular.
SIEMPRE: Pues sí, siempre será la intención abonar una palabra de reflexión, en sintonía con el Evangelio que nos arraiga a la Iglesia y que nos lanza más allá de límites y fronteras de todo tipo: ideológicas, estructurales, culturales, técnicas, logísticas. Nos encontraremos con mayor brevedad, pero no con menos ganas, con otro estilo pero con la misma identidad, en un cauce de dos mil caracteres que se multiplicarán en tu reflexión.