Es momento de desarmar nuestras calles

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COLUMNA

Ángelus Dominical

Dios sabe qué caminos va enderezando

La presencia de la Iglesia, en la persona de aquellas consagradas, sigue anunciado a Cristo Resucitado, que no olvida a quienes hemos marginado

21 junio, 2025

ME QUEDÉ CON EL CORAZÓN renovado al enterarme de la intrépida labor de unas religiosas en la zona de La Lagunilla –aquí en la CdMx-, pues contra viento y marea pudieron transformar lo que era un antro de mala muerte en un lugar de salud y alivio al sufrimiento humano… APENAS INICIADO EL MILENIO –allá por 2002- se puso en venta el cascarón de un edificio que por años fue cabaret, cantina, lupanar o ve tú a saber qué cosa del rumbo, entre tanto –y sin conocer bien a bien el entorno- aquellas ingenuas y bienintencionadas hermanas dominicas, viendo el letrero de venta se atrevieron a preguntar sin albergar esperanza alguna, pues los precios de cualquier terreno en esos lares se elevan a las nubes… LES PERMITIERON EL INGRESO y aquellos pies y ojos –con sus respectivos cuerpos- se encontraron de repente en lo que fue una pista de baile, con la enorme esfera de espejos encima (¡ni sabían para qué funcionaba aquello!) y al preguntar el precio –aunque relativamente barato- de plano quedaba inalcanzable para aquel par de religiosas acostumbradas a un sencillo dispensario parroquial… PERO DIOS SABE QUÉ CAMINOS va enderezando en medio del caos, y los precisos dueños con los que ahí coincidieron, preguntaron que quiénes eran, que para qué querían aquel edificio ya en mal desuso de sus antes males usos, que si sí, que si no, que si es en serio, que si para atender enfermos y menesterosos, que se los ponemos en ganga, que les damos facilidades, y se fue cerrando el trato… YO NO SOY QUIÉN para abundar en las anécdotas breves y rápidas que me contaron Teresa y Helodia, religiosas dominicas que siguen atendiendo lo que hoy por hoy se llama Hospital Jesús Médico, inaugurado el 8 de agosto de 2007, y ubicado en la calle República de Ecuador, en la mera-mera Lagunilla, en donde el más avazado inversor en inmuebles dedicados a la salud jamás se hubiera atrevido a poner un solo peso en juego… ENTRE OTROS DETALLES, me platicaron que cuando los vecinos se empezaron a darse cuenta de la presencia y labor de las hermanas Teresa, Helodia, y otras más, las empezaron a arropar con la espontaneidad y cálida sencillez de atentos vecinos: una olla, un anafre, alguna herramienta o bienes de consumo, lo que tuvieron al alcance de la mano para apoyar desde sus inicios esta obra… DEJO MUY EN CLARO que este tipo de historias parecerían inventadas, cuando en realidad son entretejidas por la Providencia Divina y la entrega generosa y constante de quienes han dedicado su vida, sus anhelos, sus esfuerzos, toda su vida a predicar el Evangelio con manos que curan heridas, con labios que dan consuelo a enfermos, con un apapacho maternal a tantos desprotegidos de la vida… HE DE CONFESAR que ya tenía yo noticia de este hospital y hasta había pasado por enfrente más de una vez, pero acercarme y conocer más ampliamente lo queda tras bambalinas, me dio más argumento para incluirlas en el itinerario de “Noche Santa”, y justo en la madrugada de este domingo fue que visitamos el lugar como peregrinos, para agradecer a Dios su presencia y cercanía en las religiosas dominicas… TAL VEZ, AMABLE LECTOR, ya sabes qué es eso de “Noche Santa”, y si lo ignoras, rápido te diré que es una procesión que realizamos tres veces al año en los rumbos del Centro Histórico de la CdMx, y aprovechamos no solo templos y plazas para la oración y la alabanza, también nos detenemos en estos lugares e instituciones en donde el ser humano sigue encontrándose con Dios, ya por la salud, ya por la necesidad, ya por el arte o las leyendas que abundan… SI AHORA COMPARTO la historia de quienes conforman el Hospital Jesús Médico, lo hago con la intención de seguir descubriendo tantos otros lugares –discretos por demás- en donde la presencia de la Iglesia, en la persona de aquellas consagradas, sigue anunciado a Cristo Resucitado, que no olvida a quienes hemos marginado… SI EL DOMINGO PASADO acaso te dejaba con desasosiego o tristeza por las contradicciones de nuestra miserable humanidad, hoy te invito triplemente a redescubrir que Dios jamás nos abandona, que su santidad se manifiesta en la cercanía de un corazón humano, que su santidad cura nuestras almas y sana nuestras heridas; así que si proclamas en la Santa Misa que Él es Santo, Santo, Santo, es porque quiere que tú seas bueno, bueno, bueno, aunque no seas religiosa dominica que viva y sirva en La Lagunilla…