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COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical: ¡Qué tiempos vivimos!

El que se asume ignorante y humilde avanza por el camino de la sabiduría a zancadas, entendiendo que siempre podrá aprender.

17 junio, 2022
Ángelus dominical: ¡Qué tiempos vivimos!
P. Eduardo Lozano en Ángelus Dominical

NUNCA MEJOR APLICADA la palabra “necio” como cuando el destinatario la agradece, sobre todo si le ha sido dicha en público y a todo color, en la cercanía y sonoridad de quien queriendo halagar bien atina a evidenciar más la realidad: el necio siempre rebosa y conjunta ignorancia y soberbia, saboreando la falsa gloria de su propia estulticia…

POR EL CONTRARIO, quien se asume ignorante y humilde avanza por el camino de la sabiduría a zancadas, entendiendo que siempre podrá aprender, que estará en modo de crecimiento constante, que nunca desaparecerá el riesgo de equivocarse, que es mejor valorar y aprovechar las diferencias en orden a encontrar la paz y la concordia: el sabio es un hambriento de verdad que incluso pide permiso para comer, y sin esperar a estar saciado comienza a compartir con generosidad…

CASI TE SUGIERO -¿quién soy yo para mandarte?- que inmediatamente dejes de leer esta columna y abras rápido la Santa Biblia y te devores con calma el salmo uno, que te deleites pausadamente con el símil que presenta el salmista: un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo, que nunca se marchita, así es el hombre justo, sabio, prudente y temeroso de Dios, todo lo contrario al impío, necio, torpe, porfiado, obtuso…

DOS NONAGENARIOS se me quedaron en el tintero el domingo pasado y hoy me refiero a ellos con respetuoso cariño y gratitud, ambos sacerdotes hace más de sesenta y cinco años, ambos con un peculiar sentido del humor y con quienes pude compartir más allá de lo formal y lo práctico: Héctor Rogel Hernández y Darío Bragado Rodríguez…

EN LAS PÁGINAS de este semanario ya se han publicado sendos artículos presentando su trayectoria y apenas algo de su servicio, pues bien se entiende que aquí no cabe una biografía ni tantito menos; no obstante, si los menciono es porque de ellos he aprendido a dejar atrás la necedad y a enfrentar con paciente ánimo las novedades de la edad…

CON SUAVE GALANURA solía decir el P. Héctor que si bien sus conocimientos eran muchos, más grande aún era su ignorancia, de modo que siempre andaba consultando, debatiendo, analizando, investigando y depurando cuanta opinión y propuesta se le atravesaba, sobre todo en temas filosóficos y teológicos; hoy por hoy, su senilidad para nada ensombrece el gran mérito de su vida: la biblioteca del Seminario Conciliar de México que forjó por más de cincuenta años y que lleva su nombre con honor…

CON JOVIAL ALEGRÍA el P. Darío suele jugarnos finas bromas o hacernos sutiles aclaraciones que ordinariamente agradecemos como toreros que reconocen la gallardía del astado; desde esta página le reitero mi afecto y valga la siguiente recomendación: si te lo encuentras por esos rumbos de Dios, tendrás la oportunidad de hacer tan buena faena que ambos gozarán las mieles del indulto (bueno, eso es lo que de ordinario me sucede)…

EL SANTO PADRE ha dedicado sus catequesis recientes al tema de la vejez y me daré a la tarea de leerlas con la debida calma no sólo porque es la palabra del Papa, ni porque está retomando el salmo 71 y otros textos bíblicos que aluden a los ancianos, sino porque tiene la experiencia y la sabiduría de quien ha recorrido un camino que se ancla en este mundo y cuya meta es la eternidad de Dios acariciada desde aquí por la firmeza de la fe…

QUE VIVAN LAS OPINIONES, sí, pero que se queden como opiniones sin pretender desplazar a la verdad, a la lógica, a la evidencia, al sentido común; que vivan las opiniones porque finalmente manifiestan el punto de vista de cada persona, y ojalá que cada persona jamás se quedara en la vista de un punto pues finalmente eso es precisamente a lo que llega un necio: a no ver más allá de su propio punto, de sus propios datos, de su propio gusto…

“¡QUÉ TIEMPOS VIVIMOS, querido Sancho, en que se juzgan de inteligentes a tales artefactos que caben en media mano pero que desplazan la mucha inteligencia que puede caber en cualquier cabeza puesta en su lugar!”; no, tales palabras no las pronunció Don Quijote pero quedan bien en sus labios: son palabras que estoy inventando sin otro ánimo que alentarte para que tengas bien puesta tu cabeza en su lugar y que no te desplace ningún aparatito…

“CONSIDERE BIEN, señor Don Quijote, que los necios abundan porque teniendo dos ojos tal parece que prefieren ver con el aparatito que menciona usted”; no, tampoco eso lo dijo el fiel escudero de apellido Panza: son palabras que invento yo para que no creas que te quedas ciego cuando se acaba la batería de tu teléfono celular…

 

 

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El padre Eduardo Lozano es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.