Las claves del padre José de Jesús Aguilar para consolidar nuestra felicidad: valores, actitudes y decisiones

Leer más
COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical: El cuento del señor Igual y el señor Diferente

Estos dos personajes coinciden en una plaza pública y a partir de ahí comienza el jaloneo de posturas.

13 marzo, 2022
Ángelus dominical: El cuento del señor Igual y el señor Diferente
Angelus Dominical.

QUIERO INVENTAR un cuento pidiendo tu colaboración, pues aunque me viene idea de cómo iniciarlo no imagino cómo pueda terminar, así que tendrás alguna sugerencia que pueda ayudar a lograr el objetivo…

PARA INICIAR PLANTEO dos personajes que coinciden en una plaza pública –cualquiera- y ambos ya tienen bastante edad pero siguen siendo adolescentes; uno de ellos sigue la fría rutina habitual en su paseo y el otro siempre arde en ganas de novedades y haciendo recorridos diversos, como un inquieto e inestable permanente…

EL PRIMER PERSONAJE se llama “Igual” y el segundo se llama “Diferente” y así fue como se presentaron: “Buenas tardes y mucho gusto, yo soy el Sr. Igual y –como siempre- estoy encantado de conocerle”; a tal saludo, su interlocutor respondió: “Hola, yo soy el Sr. Diferente y veo que usted es uno más de los que suelen hacer lo mismo que todos”…

Y MIENTRAS EL PRIMERO seguía atento y respetuoso cada movimiento de su interlocutor, el otro miraba a su alrededor y giraba sobre sí mismo como sin encontrar algo que nunca se le ha perdido, y más bien en ese afán de encontrar algo nuevo en lo mismo de siempre…

“MIRE USTED –prosiguió inmediato a su saludo- yo considero que ha de ser muy aburrido y tedioso estar de continuo en las mismas situaciones, y no creo que se goce la vida si permanecen las circunstancias de siempre, es más: ¡si hasta las piedras cambian de sitio, entonces no tiene sentido permanecer en lo mismo, lo mismo, lo mismo”…

CON GESTO ADUSTO y sin perder la cordura, y más bien poseedor de una parsimonia inveterada, respondió el Sr. Igual: “Veo que usted sale de cualquier parámetro normal de conducta y que sus aspiraciones sin duda son volubles y pasajeras, le ruego que contenga sus ansias y me escuche hasta el final”…

TOMAR UN POCO de aire para continuar hablando, fue ocasión que aprovechó el Sr. Diferente para soltarle –palabra más, palabra menos- la siguiente perorata ya resumida: “Ni piense usted que perderé mi tiempo en más de lo mismo, que ya sé sus pretensiones rígidas, obtusas, cerradas y hasta obsoletas; que el mundo no sería tal sin el cambio y la aventura, sin la evolución y los inventos que -¡está demostrado!- nos llevan a caminos siempre nuevos y nos abren horizontes insospechados”…

Y COMO TAMBIÉN se hizo necesario que tomara aire para continuar hablando, el Sr. Igual copió la estrategia del Sr. Diferente y le propinó –también la presento resumida- una disquisición como la siguiente: “Tenga en cuenta que en este mundo, y en cualquier otro mundo posible, siempre serán necesarios los fundamentos, las razones, los principios y leyes que rijan el curso de los acontecimientos, que moderen el ejercicio de la libertad, que orienten las inteligencias y que definan los parámetros de toda convivencia social, considere –además- que no podemos estar al arbitrio de las modas pasajeras ni sujetos a la ocurrencia ocasional, que si todo se va en cambios y cambios, sencillamente no quedará ni lo perdurable, ni gozaremos de la perennidad de nuestra civilización”…

¡UF!, YO TAMBIÉN debo tomar aire y descanso para continuar este cuento que ya imagino por qué derroteros continuará; pero haciendo pausa recuerdo tu colaboración para imaginar y concluir el cuento-encuentro entre el Sr. Igual y el Sr. Diferente, y no creo que su conclusión sea muy diversa a lo que vivimos de ordinario, más bien será similar a lo mismo de siempre, lo mismo de siempre y lo mismo de siempre: ¡no terminamos de entendernos!…

SUBRAYO QUE AMBOS personajes, no obstante su edad avanzada, los hemos ubicado como dos adolescentes que no terminan de crecer, de madurar, de asumir la realidad y dejar a un lado la fantasía y los sueños guajiros, que se amarran a un solo punto de vista y terminan con la vista en un solo punto…



EN MI CABEZA se hacen bolas acontecimientos que sin duda nos estremecen a todos: la guerra allende y aquende, la violencia –tanto en estadios como en nuestras calles-, el encono al que nos lleva la estrechez de miras y la necedad a la que nos amarra nuestro mayúsculo egoísmo, nuestro ridículo egocentrismo y nuestro estúpido egolatrismo…

POR FAVOR ABRE en paz los ojos y la mente, como persona sensata y madura, y considera que siempre habrá cosas diferentes y otras que necesariamente serán iguales, que nunca podremos renunciar al pasado del todo, y que hemos de abrirnos con inteligencia a los cambios; veré si puedo encontrar aún en la plaza a esos fulanos y los meteré en mi licuadora, de modo que resulte una perfecta combinación para el futuro próximo y lejano…

 

 

[email protected]

El padre Eduardo Lozano es sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México.

 

Más de este autor: ¿Por qué tú podrías ser el remedio para una persona enferma?




Creatividad de Publicidad

NEWSLETTER

Recibe nuestro boletín semanal