Jubileo de los Abuelos 2025: fe, oración y gratitud en la Basílica de Guadalupe

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COLUMNA

Ángelus Dominical

Ángelus dominical 2025-08-31

SE ACABA EL MES pero no la vida, se muere agosto pero ya llega septiembre; y si acaso alguien murió en agosto, pues pidámosle a Dios –para el difunto- un septiembre eterno y no sólo de 30 minúsculos días, como el que sentiremos que rápido pasará por las fiestas patrias -ágil pausa en medio del […]

31 agosto, 2025

SE ACABA EL MES pero no la vida, se muere agosto pero ya llega septiembre; y si acaso alguien murió en agosto, pues pidámosle a Dios –para el difunto- un septiembre eterno y no sólo de 30 minúsculos días, como el que sentiremos que rápido pasará por las fiestas patrias -ágil pausa en medio del trajín-, y los vendepatrias que harán nos parezca laaaargo e interminable el sufrimiento que nos provoquen… DE ALGUNOS AÑOS a la fecha, en la Iglesia septiembre es el mes de la Biblia por la sencilla razón que el último día celebramos a San Jerónimo, mismo día en que –civil y universalmente- se celebra el día de los traductores; no quiero extenderme en la biografía de este hombre por demás contrastante, como que en su cuerpo y su alma (en su “yo” total) se albergaran todos los diablos y todos los ángeles (ni te espantes, que lo mismo te sucede a ti y a mí)… NUNCA LE HE TENIDO devoción a San Jerónimo acaso porque la devoción implica una imitación elemental, básica, y yo no me atrevería a imponerme tales y cuales ayunos, penitencias, disciplinas, que inspiraron a pintores y escultores a presentarlo casi escuálido, de carácter hirsuto, como si una hebra fuera capaz de tanta sabiduría bíblica, de tanta profundidad moral, de tantas ganas de seguir a Cristo, pobre y desnudo… LE TENGO RESPETO, SÍ, pero si en el cielo me toca estar cerca de él, con toda seguridad estaré volteando para otro lado, y no por ignorarlo, sino para evitarme la pena de un auto-reproche, de una auto-acusación que me hostigue viendo lo que debí hacer para purgar mis pecados; y si algo le puedo decir, se lo repetiré una y otra vez: ruega por mí… A SAN JERÓNIMO LE DEBEMOS la traducción de la Biblia aprobada en la Iglesia con el uso y la divulgación, y ya luego con su aprobación formal en el concilio de Trento, más de mil años después de que su cuerpo volviera al polvo del que salió; y dejo en paz –por hoy- a san Jerónimo, alentándote a que si lees algún escrito suyo, lo saborees con toda el alma, más que con los ojos o la mente… YA HAN CORRIDO VOCES –autorizadas, por supuesto- que anuncian uno de los primeros viajes del Santo Padre León XIV, y que tienen como destino países como Turquía y Líbano; entre que si son peras o son manzanas, yo ya estoy preparando la maleta: lo acompañaré desde mi escritorio, me subiré a su avión sin dejar el mío, desde la pantalla llegaré a lo que se llamó Nicea (la victoriosa) y ahora se llama Iznik, muy cerca de lo que se llamó –en distintas épocas- Bizancio, Constantinopla, Nueva Roma y ahora Estambul… SOBRE LAS RUINAS de una iglesia medieval, en Iznik, tuve la oportunidad de cantar el credo niceno-constantinopolitano (en latín) junto a un grupo de presbíteros de todo el mundo: fue en 1990 cuando me uní a estudiantes del Colegio Anselmiano de Roma y me revive –más ardiente- la emoción de aquel día; sí: “Credo in unum Deum”… TE DIRÉ ALGO CHUSCO en torno al Credo, y a la vez muy práctico: tanto en conventos y casas, las cocineras median el tiempo de cocimiento de la carne o las verduras tomando como parámetro el rezo de uno, dos o tres credos, de modo que entre que picaban la verdura y rezaban el credo, ya quedaba sancochada la carne de pollo… CON AGOSTO NO ACABAN las lluvias y estoy preocupado porque en este mismo momento está empezando un chubasco tamaño doble y no se ha terminado el trabajo a cielo abierto que teníamos empezado, casi como decir que tengo tendida la ropa y no quiero que se me moje; por supuesto, más que la mojada, es el trabajo inconcluso el que luego nos agobia doble… TERMINO PIDIENDO UN FAVOR: con septiembre ya estaremos todos en ritmo escolar, así que pide fervientemente para que en el Seminario los estudiantes no solo estudien, que se preparen como Dios mando y tú y tantos feligreses lo necesitan; ten sabido que el número de vocaciones no es alto pero roguemos y pidamos que la calidez y calidad nunca disminuya…

P. Eduardo Lozano

SE ACABA EL MES pero no la vida, se muere agosto pero ya llega septiembre; y si acaso alguien murió en agosto, pues pidámosle a Dios –para el difunto- un septiembre eterno y no sólo de 30 minúsculos días, como el que sentiremos que rápido pasará por las fiestas patrias -ágil pausa en medio del trajín-, y los vendepatrias que harán nos parezca laaaargo e interminable el sufrimiento que nos provoquen… DE ALGUNOS AÑOS a la fecha, en la Iglesia septiembre es el mes de la Biblia por la sencilla razón que el último día celebramos a San Jerónimo, mismo día en que –civil y universalmente- se celebra el día de los traductores; no quiero extenderme en la biografía de este hombre por demás contrastante, como que en su cuerpo y su alma (en su “yo” total) se albergaran todos los diablos y todos los ángeles (ni te espantes, que lo mismo te sucede a ti y a mí)… NUNCA LE HE TENIDO devoción a San Jerónimo acaso porque la devoción implica una imitación elemental, básica, y yo no me atrevería a imponerme tales y cuales ayunos, penitencias, disciplinas, que inspiraron a pintores y escultores a presentarlo casi escuálido, de carácter hirsuto, como si una hebra fuera capaz de tanta sabiduría bíblica, de tanta profundidad moral, de tantas ganas de seguir a Cristo, pobre y desnudo… LE TENGO RESPETO, SÍ, pero si en el cielo me toca estar cerca de él, con toda seguridad estaré volteando para otro lado, y no por ignorarlo, sino para evitarme la pena de un auto-reproche, de una auto-acusación que me hostigue viendo lo que debí hacer para purgar mis pecados; y si algo le puedo decir, se lo repetiré una y otra vez: ruega por mí… A SAN JERÓNIMO LE DEBEMOS la traducción de la Biblia aprobada en la Iglesia con el uso y la divulgación, y ya luego con su aprobación formal en el concilio de Trento, más de mil años después de que su cuerpo volviera al polvo del que salió; y dejo en paz –por hoy- a san Jerónimo, alentándote a que si lees algún escrito suyo, lo saborees con toda el alma, más que con los ojos o la mente… YA HAN CORRIDO VOCES –autorizadas, por supuesto- que anuncian uno de los primeros viajes del Santo Padre León XIV, y que tienen como destino países como Turquía y Líbano; entre que si son peras o son manzanas, yo ya estoy preparando la maleta: lo acompañaré desde mi escritorio, me subiré a su avión sin dejar el mío, desde la pantalla llegaré a lo que se llamó Nicea (la victoriosa) y ahora se llama Iznik, muy cerca de lo que se llamó –en distintas épocas- Bizancio, Constantinopla, Nueva Roma y ahora Estambul… SOBRE LAS RUINAS de una iglesia medieval, en Iznik, tuve la oportunidad de cantar el credo niceno-constantinopolitano (en latín) junto a un grupo de presbíteros de todo el mundo: fue en 1990 cuando me uní a estudiantes del Colegio Anselmiano de Roma y me revive –más ardiente- la emoción de aquel día; sí: “Credo in unum Deum”… TE DIRÉ ALGO CHUSCO en torno al Credo, y a la vez muy práctico: tanto en conventos y casas, las cocineras median el tiempo de cocimiento de la carne o las verduras tomando como parámetro el rezo de uno, dos o tres credos, de modo que entre que picaban la verdura y rezaban el credo, ya quedaba sancochada la carne de pollo… CON AGOSTO NO ACABAN las lluvias y estoy preocupado porque en este mismo momento está empezando un chubasco tamaño doble y no se ha terminado el trabajo a cielo abierto que teníamos empezado, casi como decir que tengo tendida la ropa y no quiero que se me moje; por supuesto, más que la mojada, es el trabajo inconcluso el que luego nos agobia doble… TERMINO PIDIENDO UN FAVOR: con septiembre ya estaremos todos en ritmo escolar, así que pide fervientemente para que en el Seminario los estudiantes no solo estudien, que se preparen como Dios mando y tú y tantos feligreses lo necesitan; ten sabido que el número de vocaciones no es alto pero roguemos y pidamos que la calidez y calidad nunca disminuya…

P. Eduardo Lozano