Una nueva etapa para la Parroquia de Santa Lucía, en Azcapotzalco
En esta iglesia de perteneciente a la nueva Diócesis de Azcapotzalco conviven trabajadores de la zona industrial y vecinos de un tradicional barrio.
La Parroquia de Santa Lucía, en la Diócesis de Azcapotzalco, ha tomado un nuevo ímpetu evangelizador con la llegada del sacerdote Jorge Arturo Moreno Cruz, su nuevo párroco.
“Todavía estoy aprendiendo, conociendo”, comenta el sacerdote de 41 años de edad, y quien llegó en agosto pasado a esta comunidad.
“La gente está muy contenta, es muy alegre. La mayoría de los miembros de la comunidad son personas de la tercera edad, también hay jóvenes y tenemos que acercarlos nuevamente a la parroquia”.
Ése es uno de los principales retos de la nueva comunidad. El otro es atender a los trabajadores de la zona industrial contigua a la iglesia.
“Hemos comenzado a platicar con algunos empresarios y están muy dispuestos a que su gente reciba asistencia espiritual. También tenemos el barrio de Santa Lucía, una comunidad con mucha tradición y mucho arraigo; he descubierto cosas hermosas”, expresa.
El párroco busca inyectar vitalidad a la comunidad, para ello ha fundado nuevos grupos parroquiales, como el teatro evangelizador, cursillistas, monaguillos y el grupo “Alegría” para personas de la tercera edad, que encabeza la señora Mercedes Cruz, mamá del padre Jorge.
Estas nuevas comunidades se han sumado a las que ya existían desde hace años, como la Adoración Nocturna, los Talleres de Oración y Vida, y la Misión Permanente.
Para los fieles de esta parroquia, la llegada del padre Jorge ha significado el relanzamiento de la evangelización en este tradicional barrio de Azcapotzalco.
“Yo nací en esta misma calle, en este barrio. Desde toda mi vida hemos venido. Desde que el padre Jorge está por aquí hemos venido con más frecuencia, él nos ha conquistado y la comunidad poco a poco va creciendo”, aseguró Gabriel Gómez, parroquiano de Santa Lucía.
El pasado 13 de diciembre, la comunidad celebró a su patrona con la tradicional fiesta, pero también con una preparación espiritual que duró varias semanas. “Hemos buscado valorar y fomentar las tradiciones y costumbres, pero lo más importante es regresar siempre a Cristo Jesús; esa es la mejor fiesta que podemos tener en la Iglesia”.
A un lado de la parroquia se encuentra la antigua Capilla de Santa Lucía, recinto protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que, como muchas otras iglesias históricas, resultó dañada por el sismo de septiembre de 2017.
“Lamentablemente se cayó medio techo, es peligroso para los fieles y, por eso, prácticamente ha quedado en desuso y se ha deteriorado. Estamos pidiendo el apoyo del INAH para poderla reconstruir”.
“Es una iglesia muy valiosa y muy necesaria para la comunidad, para la adoración del Santísimo, y aquí necesitamos el apoyo de las autoridades para poderla rehabilitar”.