La escalera que “no debería existir”: el misterio que desconcierta en Nuevo México
La escalera de la Capilla de Loreto en Nuevo México desconcierta desde hace más de un siglo por su diseño inexplicable, la identidad desconocida de su creador y la tradición que la atribuye a la intercesión de San José.
Varios misterios rodean una pieza que atrae miradas y despierta devoción en la Capilla de Loreto, un pequeño recinto fundado hace más de 150 años como anexo al convento de Nuestra Señora de la Luz en Nuevo México, Estados Unidos.
Se trata de una singular escalera de caracol cuya historia ha alimentado la fe y la curiosidad de miles de visitantes. Su atractivo radica en tres elementos clave: se le atribuye su autoría a San José; está hecha con una madera no identificada; y su diseño parece desafiar las leyes de la física.
Según cuenta la tradición, el obispo de la región pidió a las Hermanas de Loreto trasladarse desde Kentucky hasta Santa Fe para fundar una escuela para niñas. Ellas aceptaron, y hacia 1873 decidieron construir una capilla de estilo neogótico inspirada en la Sainte-Chapelle de París, con el fin de motivar la oración y complementar la formación de las jóvenes.
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Un problema sin solución… aparentemente
Al concluir la capilla, las religiosas descubrieron un grave error de diseño: no había manera de instalar una escalera que conectara la nave con el coro del segundo piso sin ocupar por completo la planta baja. Los especialistas aseguraron que era “imposible” construir una escalera funcional en ese espacio y recomendaron eliminar el coro.
Las hermanas se negaron. En lugar de eso, hicieron lo que sabían hacer mejor: orar. Durante nueve días rezaron una novena a San José, pidiéndole su intercesión.
El carpintero desconocido
Al terminar la novena, un extraño llegó montado en un burro, cargando una caja de herramientas rudimentarias. Se ofreció a construir la escalera, pero pidió trabajar a solas. Las religiosas aceptaron.
Con herramientas simples, como una sierra y una escuadra, aquel hombre levantó una escalera de caracol hecha con una madera que no correspondía a ninguna especie local. Cuando la obra estuvo terminada, el carpintero desapareció sin cobrar, sin despedirse y sin dejar rastro.
Las hermanas ofrecieron una recompensa e incluso publicaron un anuncio en el periódico, pero nadie lo conocía. Fue entonces cuando comenzó a difundirse la idea de que aquel misterioso artesano pudo haber sido San José, a quien habían invocado.
Una “escalera milagrosa”
La pieza resultó extraordinaria: permite ascender seis metros en dos vueltas completas, sin un soporte central visible, sin clavos metálicos y con una estructura que dejó perplejos a los especialistas de la época. La forma en que se sostiene, la proporción de las contrahuellas y el tipo de madera continúan siendo materia de asombro.
Con el paso del tiempo, la escalera comenzó a ser llamada con cariño “la escalera milagrosa”, atrayendo visitantes de todo el mundo que desean rezar en la Capilla de Loreto y contemplar su diseño único.
Aunque la obra original no tenía barandales ni puntales, en 1887 se añadieron una barandilla y un pilar externo para reforzar su estabilidad. Las religiosas explican que no se usaron clavos metálicos, sino clavijas de madera, fieles al estilo del carpintero desconocido.
San José, inspiración de fe
Aun con los elementos añadidos, la escalera sigue siendo un icono de belleza, ingenio y fe. Más allá de la leyenda, la Capilla de Loreto es hoy un espacio que invita al recogimiento y a mirar a San José, descendiente de David, Esposo de la Virgen María, Padre adoptivo de Jesús y custodio fiel de la Sagrada Familia.
Para quienes la visitan, esta obra sigue siendo un recordatorio de que la fe puede abrir caminos donde parece no haber ninguno.
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