¿Qué puedo aprender de Jesús para ser un buen líder?

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¿Qué puedo aprender de Jesús para ser un buen líder?

Jesús mostró que el verdadero liderazgo no se impone, sino que se gana con coherencia, humildad y compasión.

21 julio, 2025
¿Qué puedo aprender de Jesús para ser un buen líder?
Liderar como Jesús es servir, no mandar. Con humildad, empatía y amor se transforma el mundo. Foto: Especial

Cuando pensamos en liderazgo, quizá imaginamos a alguien al frente de una empresa multinacional o dando órdenes desde una oficina de vidrio. Pero el liderazgo más auténtico y más transformador no siempre lleva corbata ni tiene escritorio asignado.

Jesús de Nazaret no fue jefe de una corporación, ni dirigió a un equipo de futbol; sin embargo, fue —y sigue siendo— el mayor líder que ha pisado la Tierra. Con apenas doce discípulos, sin redes sociales ni estructuras de poder, inspiró un movimiento que ha cambiado la historia, el corazón de millones y el sentido de la vida humana.

Su forma de liderar no se basa en el control, el prestigio o el miedo, sino en el amor, el servicio y la entrega total por los demás. Jesús mostró que el verdadero liderazgo no se impone, sino que se gana con coherencia, humildad y compasión. Por eso, si hoy te preguntas cómo ser un buen jefe, una buena jefa, un líder que deje huella en su equipo, mirar a Jesús no solo es válido, es necesario.

Ver con los ojos de Jesús: las cualidades que todo buen líder necesita

  • Humildad, para no creerse superior y estar dispuesto a servir.
  • Capacidad de escuchar sin juzgar, para conocer de verdad a las personas y crear confianza.
  • Empatía, para entender la realidad del otro y actuar con compasión.
  • Paciencia, especialmente al enseñar o acompañar procesos difíciles.
  • Justicia, para evitar caer en actitudes autoritarias o discriminatorias.
  • Un corazón dispuesto a servir, como el de Jesús al lavar los pies a sus discípulos.
  • Dar ejemplo con la vida, no solo con palabras o instrucciones.
  • Ver a los demás con los ojos de Jesús, es decir, con amor, comprensión y misericordia.

Un liderazgo que se arrodilla para servir

Para Mónica Juárez Madrigal, catequista en la Parroquia del Señor del Buen Despacho, el momento que mejor encarna el liderazgo de Jesús es cuando lava los pies a sus discípulos.

“Ahí rompe completamente con la idea de que un líder tiene que dominar. Se pone en actitud de servicio, de humildad y entrega”, explica. Ese gesto —íntimo, radical y contracultural— sigue desafiando hoy cualquier forma de poder autoritario.

Sin amor ni justicia, se pierde el propósito

¿Qué pasa cuando un jefe olvida el amor y la justicia? La catequista lo resume sin rodeos: “Se pierde todo el propósito. Dios es amor, y sin amor no hay evangelización. Sin justicia, solo queda el autoritarismo”.

Esto no se limita al ámbito religioso. “Moni” lo extiende a cualquier forma de liderazgo: en una familia, en una empresa o en una comunidad. Un líder que no escucha, que solo da órdenes, pierde el lado humano.
“Es alguien indiferente, con el corazón duro, que cae en el egoísmo y la soberbia”, afirma.

Lo que más falta: empatía y humildad

Desde su experiencia dando catequesis a niñas y niños, Mónica nota dos valores esenciales que brillan por su ausencia en muchos liderazgos actuales: la empatía y la humildad.

“Muchos chicos llegan con heridas o situaciones familiares difíciles, y a veces olvidamos ver su realidad”, dice. Pero esta falta de empatía no solo se da hacia los demás: también entre los propios agentes de pastoral. “Hay actitudes de soberbia incluso entre catequistas. Se nos olvida que estamos aquí para servir, no para competir”.

Y añade otra cualidad urgente: la paciencia. Porque enseñar —sobre todo a niñas y niños— requiere el amor que sabe esperar, que no se impacienta ante lo difícil.



Autor

Lic. en Comunicación en Imagen por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y Mtra. en Comunicación para la Acción Política y Social por la Universidad Simón Bolívar México (USB México).