Este retiro busca ofrecer a las parejas un espacio único para reflexionar y dialogar sobre la decisión del matrimonio. Foto: Especial
En un tiempo marcado por relaciones líquidas, compromisos frágiles y vínculos que se diluyen con facilidad, la Iglesia vuelve a poner al centro una verdad que desafía la cultura del descarte: la monogamia. No como una simple norma moral, sino como expresión profunda del amor total, exclusivo y definitivo al que el ser humano está llamado. Una relación en la que dos personas se convierten, verdaderamente, en “una sola carne”, imagen viva de la alianza fiel de Dios con su pueblo.
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe difundió el 25 de noviembre la Nota doctrinal “Una caro. Elogio de la monogamia”, un documento que busca iluminar el valor del Matrimonio entendido como una unión exclusiva entre un hombre y una mujer, y como una relación basada en la pertenencia mutua. En sus propias palabras, el Matrimonio es presentado como “una unión de amor única y exclusiva, una pertenencia recíproca rica y totalizante”.
La Santa Sede busca además alejar la idea de que la monogamia es simplemente una norma moral impuesta, y en cambio la presenta como una propuesta positiva para la vida emocional, comunitaria y espiritual, en medio de un mundo que tiende a diluir los vínculos. El documento se sitúa en el “contexto global de un poder tecnológico en expansión”, en el que parece surgir la ilusión de que todo es posible, incluso en el ámbito de las relaciones humanas.
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En esta publicación, dirigida a todo público pero especialmente a los obispos, se exhiben los fundamentos bíblico, teológico, histórico y filosófico de la monogamia, y se enmarca en un contexto cultural donde la estabilidad afectiva enfrenta desafíos crecientes. El Dicasterio reconoce incluso de manera autocrítica que uno de los aspectos esenciales del Matrimonio (la unidad, lo monogámico) “no ha recibido una reflexión de igual amplitud en las últimas décadas”.
En un tiempo marcado por la inmediatez, el consumo emocional y la fragmentación de relaciones, la Iglesia busca mostrar que la monogamia no es un mandato restrictivo del pasado, sino un camino que responde a necesidades profundamente humanas: la búsqueda de estabilidad, pertenencia, intimidad y sentido.
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La nota “Una caro. Elogio de la monogamia” parte de una observación lúcida: aunque el magisterio ha profundizado ampliamente en la indisolubilidad del Matrimonio y en su apertura a la vida, la propiedad de la unidad; es decir, lo monogámico, ha quedado parcialmente en segundo plano.
En medio de nuevas corrientes que discuten la exclusividad en las relaciones, como el poliamor, las parejas abiertas o los vínculos simultáneos, la Iglesia considera necesario explicar no solo el qué es la monogamia, sino sobre todo por qué es importante. Según el texto, la monogamia implica precisamente una “unión exclusiva y pertenencia recíproca”, que a su vez “implica la renuncia libre a muchas otras posibilidades”. Pero esta renuncia no se presenta como pérdida, sino como una forma superior de plenitud.
El documento señala que la monogamia se ha vuelto, paradójicamente, contracultural, pero que esa misma condición la convierte en una oportunidad pedagógica: ofrece un horizonte de estabilidad, intimidad y compromiso que muchas personas, especialmente jóvenes, anhelan, aunque no siempre sepan cómo estructurarlo.
La Santa Sede afirma que la monogamia no es una renuncia a la libertad, sino una expresión madura de ella: la capacidad de orientar la propia libertad hacia un amor total, único, profundo. Como señala la Nota, se trata de una “comunión íntima y totalizante”, en la que dos personas pasan a formar un verdadero “nosotros conyugal”.
En la parte conclusiva de la nota, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe advierte que el desarrollo acelerado del poder tecnológico ha impulsado la ilusión de que el ser humano puede “obtener todo lo que imagina”, incluso en el terreno afectivo y relacional. Esta mentalidad favorece la lógica de lo descartable y debilita la capacidad de construir vínculos verdaderamente duraderos.
En contraste, la monogamia aparece como un camino de realismo y profundidad, que se opone a la fantasía del “sin límites” para abrazar una relación concreta, real y encarnada. En este sentido, el amor monógamo es descrito como un “amor exclusivo, reservado a una sola persona”, pero “exclusivo, sin ser en absoluto excluyente”, ya que no se encierra en sí mismo, sino que se abre a la comunidad, a la familia y a la sociedad.
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe enfatiza que la monogamia no es una creación cultural occidental ni una imposición eclesiástica reciente, sino una intuición ya presente en el proyecto original de Dios para el ser humano.
El texto recupera la imagen del Génesis, donde el hombre y la mujer se convierten en “una sola carne” (una caro), expresión que evoca una unión profunda, una intimidad total y una reciprocidad que abarca cuerpo, mente y espíritu. Este vínculo no se basa en la posesión, no es una “pertenencia” en sentido de dominación o control, sino en lo que el documento llama una “donación total de sí”.
Aunque el Antiguo Testamento reconoce la existencia de prácticas poligámicas en ciertos contextos históricos, la Biblia conserva siempre, en la lógica de la alianza, un ideal monogámico que culmina en su plenitud en Cristo. La relación entre Cristo y la Iglesia es presentada precisamente como signo máximo de esta fidelidad exclusiva.
La Iglesia entiende la monogamia como la unión exclusiva entre un hombre y una mujer, donde ambos se entregan plenamente y viven una pertenencia recíproca que involucra la totalidad de la persona: lo emocional, lo espiritual y lo corporal. Esta relación genera un nuevo sujeto relacional: un verdadero “nosotros”, estable y abierto a la vida.
Características principales:
• Exclusividad: el amor se orienta a una sola persona.
• Pertenencia mutua: no en sentido de posesión, sino de entrega recíproca.
• Libertad madura: no es obligación, sino elección consciente.
• Vocación permanente: se proyecta hacia un “nosotros” estable y duradero.
Lo que NO es la monogamia:
• No es una tradición cultural arbitraria.
• No es una forma de control moral.
• No se limita a la simple prohibición de tener varias parejas.
• No es contraria a la libertad: es una forma de libertad comprometida.
Porque favorece la dignidad de la persona, genera vínculos sólidos, protege especialmente a la mujer frente a modelos desiguales, y expresa simbólicamente la fidelidad entre Cristo y la Iglesia.
En el lenguaje bíblico y sacramental, la monogamia revela el rostro de un amor que se entrega sin reservas, un amor esencial, total y sin máscaras.
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