¿Por qué la Iglesia es jerárquica?
La jerarquía en la Iglesia fue instituida por Cristo para guiar, enseñar y servir. No implica superioridad, sino un llamado al servicio, siguiendo el ejemplo de Jesús.
En estos tiempos en que se habla tanto de igualdad, muchos se preguntan por qué en la Iglesia Católica hay una jerarquía, consideran que lo ‘políticamente correcto’ sería que todos los católicos estuvieran al mismo nivel.
A esto cabe responder con dos razones, una basada en la Sagrada Escritura y otra en el sentido común:
La primera razón es que fundar la Iglesia fue iniciativa de Cristo, y fue Él quien le dio su carácter jerárquico, al poner a Pedro a la cabeza (ver Mt 16, 17-19). Por eso los Apóstoles, aunque eran iguales entre sí, reconocieron la primacía de Pedro.
La segunda razón es que en todo grupo humano hace falta un líder, o las diversas opiniones de sus miembros provocarían un caos. Dos ejemplos: En un partido deportivo, hace falta un réferi que se asegure que se cumplan las reglas o cada jugador se declararía ganador y habría pleito. En una orquesta debe haber un director, o cada músico tocaría como se le diera la gana y el resultado sería una disonancia estridente.
Si una autoridad es indispensable en una organización meramente humana, cuánto más en la Iglesia, que ha sido convocada por Dios. Y podemos considerar al menos cuatro grandes beneficios de que en ésta haya una jerarquía:
1. Las enseñanzas que Jesús dio a Sus Apóstoles se han conservado intactas, pues los Apóstoles las transmitieron a sus sucesores, y éstos a sus sucesores, y así, a lo largo de los siglos.
2. Hay una autoridad competente que puede tomar decisiones, resolver lo que se vaya presentando. Si no cada miembro de la Iglesia tendría el agobiante deber de decidir por sí mismo qué está bien y qué está mal, y correría el grave riesgo de equivocarse.
3. Hay una autoridad competente que determina cómo interpretar la Sagrada Escritura, a diferencia de lo que pasa con los hermanos separados, que tienen interpretaciones distintas y contradictorias (por ejemplo unos creen que el Bautismo es esencial para salvarse, otros que no es necesario, unos bautizan a los niños, otros sólo a los adultos). No se ponen de acuerdo y no tienen quién los saque de la confusión.
4. Hay una autoridad competente, derivada de la sucesión apostólica, para ordenar presbíteros y obispos, para que puedan impartir los Sacramentos y éstos sean válidos. Entre los hermanos separados, suele haber quien se siente llamado a ser pastor y a crear su iglesia, pero lo hace por propia iniciativa, no enviado por una legítima autoridad.
Es importante aclarar que el hecho de que haya una jerarquía en la Iglesia no significa que haya unos católicos superiores o más importantes que otros. Todos los bautizados tenemos la misma dignidad a los ojos de Dios.
A diferencia de lo que sucede en las organizaciones del mundo, cuyos líderes suelen buscar el poder para dominar y explotar, en la Iglesia los miembros de la jerarquía están llamados a servir. Así lo estableció Jesús, que dijo a Sus Apóstoles que no debían ser como los jefes de los pueblos, que sólo los querían oprimir, sino que debían imitarlo a Él, que siendo el Señor no había venido a ser servido, sino a servir.