¿Qué son los padrinos de velación en una boda católica?
Tradicionalmente, los padrinos de velación firman como testigos en una boda católica. Pero su misión no termina ahí.
En muchas bodas católicas, especialmente en Latinoamérica, se acostumbra que exista la figura de padrinos de velación. Como su nombre lo indica, la labor de estos padrinos consiste en velar, acompañar y sostener espiritualmente a los nuevos esposos a lo largo de su vocación matrimonial. No se trata solo de una presencia simbólica en la ceremonia, sino de un verdadero compromiso de acompañamiento cristiano.
Estos padrinos son signo de un compromiso comunitario y eclesial. Su rol como testigos ratifica la seriedad y validez de la unión ante Dios y la Iglesia, y su papel espiritual y moral fortalece el camino matrimonial del nuevo hogar. Son, en cierto sentido, una expresión concreta de que el matrimonio cristiano no se vive en soledad, sino en comunión con la Iglesia y con otras familias de fe.
En el Derecho Canónico (canon 1108 §1), la Iglesia Católica exige que el consentimiento matrimonial se exprese ante un sacerdote o diácono y dos testigos para que el sacramento sea válido. Aunque el término “padrino de velación” no aparece como tal en los documentos oficiales, en muchos países de habla hispana —especialmente en México, Centroamérica y algunas regiones de Sudamérica— este título se asigna comúnmente a esos testigos sacramentales que no solo presencian el rito, sino que también asumen una misión espiritual a largo plazo.
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¿Qué hacen los padrinos de velación durante la boda?
Al momento de la ceremonia, los padrinos de velación suelen ocupar un lugar especial: están sentados en la primera banca, muy cerca de la pareja. En algunos lugares, se acostumbra que al comenzar el rito, los padrinos se pongan de pie y se coloquen a los lados de los novios, como muestra visible de su acompañamiento.
En varias iglesias, es tradicional que los padrinos de velación enciendan dos velas al inicio del rito litúrgico, las cuales representan la fe y la luz de Cristo que guiará a los esposos. Con estas velas, la pareja enciende el cirio de velación, símbolo de la unidad en el amor y en la fe.
Al final de la Eucaristía, los padrinos de velación pasan a firmar el libro de actas, junto con el sacerdote o diácono celebrante, dando testimonio legal y espiritual de que el matrimonio se celebró según la fe y las normas de la Iglesia.
Su misión más allá de la ceremonia
Pero la tarea de los padrinos de velación no termina al finalizar el rito nupcial. Al contrario, comienza una etapa aún más importante: el acompañamiento cotidiano. Su presencia cercana puede convertirse en un verdadero sostén para la nueva familia, especialmente en momentos de dificultad, duda o decisiones importantes.
Por esta razón, se recomienda que los padrinos de velación sean un matrimonio católico casado por la Iglesia, con varios años de vida conyugal, preferentemente conocido por su compromiso con la fe, la oración y la vida sacramental.
Algunas comunidades también promueven que los padrinos inviten a los esposos a retiros matrimoniales, jornadas de oración o encuentros familiares, favoreciendo así una red de apoyo espiritual y fraterno dentro de la Iglesia.
En palabras de San Juan Pablo II: “El matrimonio es el lugar primero y original de la comunión. Por eso debe ser custodiado, acompañado, sostenido. No están solos los esposos: el amor de Dios, la gracia del sacramento y la comunidad cristiana los acompañan”.
Así, los padrinos de velación son un signo visible de esta comunión: testigos no solo del “sí” que se da en el altar, sino también del camino de fidelidad, servicio y esperanza que se inicia bajo la bendición de Dios y el amparo de la Iglesia.
Más que una costumbre cultural, los padrinos de velación representan una hermosa dimensión del matrimonio católico: el caminar juntos como Iglesia, fortaleciendo los lazos del amor con la ayuda de quienes ya han recorrido parte del camino. Su papel es un recordatorio de que el matrimonio cristiano es vocación, testimonio y misión vivida en comunidad.