Elf on the Shelf: ¿qué significa esta tradición navideña y cómo darle un sentido cristiano?
El Elf on the Shelf es una tradición navideña popular en muchos hogares. Conoce su origen, su significado y cómo puede adaptarse desde la fe cristiana para vivir el Adviento en familia sin perder el verdadero sentido de la Navidad.
La Navidad trae consigo numerosas tradiciones; algunas nacieron en otros países y, con el paso del tiempo, se han incorporado a nuestra cultura, ganando cada vez más popularidad en los hogares. Una de ellas es Elf on the Shelf, que significa literalmente “el elfo en el estante”. Aunque se trata de un juego navideño que se popularizó en Estados Unidos en años recientes, su origen es más antiguo de lo que podría pensarse.
Ante la creciente presencia de esta tradición, muchos padres se preguntan si es compatible con la fe cristiana y si es posible adaptarla para vivir el Adviento sin perder el verdadero sentido de la Navidad.
Aquí te explicamos qué es el Elf on the Shelf, cómo surgió y de qué manera puede resignificarse desde una perspectiva cristiana dentro del hogar.
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¿Cómo funciona el Elf on the Shelf?
El Elf on the Shelf consiste en una figura con motivos navideños —generalmente un duende— que aparece “mágicamente” en la casa durante los primeros días de diciembre y permanece ahí hasta la Nochebuena. Cada noche, mientras los niños duermen, la figura cambia de lugar, de modo que cada mañana amanece en un sitio distinto: una repisa, un buró o algún rincón inesperado del hogar.
Según esta tradición, la noche del 24 de diciembre el elfo desaparece para regresar junto con Santa Claus al Polo Norte, donde entrega un informe sobre el comportamiento de los niños y si “merecen” los regalos que han pedido en su carta.
El juego sigue reglas específicas: el elfo solo observa; no habla ni se mueve cuando los niños están despiertos y no puede ser tocado, pues se dice que perdería su magia. Al llegar la Navidad, su misión concluye y deja el hogar.
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¿Cómo surgió esta tradición?
Aunque muchos piensan que el Elf on the Shelf es una invención reciente, su popularidad comenzó en 2005 con la publicación del libro The Elf on the Shelf: A Christmas Carol, de la autora estadounidense Carol Aebersold. La historia narra las aventuras de un duende cuya misión es actuar como un “espía” de Papá Noel para informarle sobre el comportamiento de los niños antes de Navidad.
El éxito editorial fue tal que rápidamente se convirtió en una tendencia internacional y, con el tiempo, en una tradición navideña practicada durante los primeros días de diciembre hasta la Nochebuena, con la intención de fomentar el “buen comportamiento” infantil.
Sin embargo, la idea de los elfos que visitan los hogares tiene raíces más antiguas. En el folclore europeo, especialmente en el norte del continente, se creía que cada casa estaba habitada por un “duende doméstico”, encargado de ayudar en las tareas del hogar o del campo. Solo hacía travesuras si algún miembro de la familia se comportaba mal o lo ignoraba; por ello, era común dejarle comida como señal de gratitud.
Con la llegada del cristianismo, estas creencias permanecieron en el imaginario popular. Durante la Navidad, algunas familias escandinavas dejaban una jarra de glögg —bebida tradicional— y un plato de avena con mantequilla en el alféizar de la ventana antes de ir a la Misa de Navidad. En realidad, estos alimentos solían ser tomados por personas necesitadas, aunque los niños creían que había sido el “elfo doméstico”.
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¿Los católicos podemos jugar Elf on the Shelf en casa?
Es importante aclarar que los católicos no creemos en criaturas fantásticas como los elfos, ni en la idea de que alguien vigila nuestras acciones para premiarnos o castigarnos. Desde la fe cristiana, el comportamiento moral no se basa en el miedo, sino en el amor a Dios y al prójimo.
No obstante, muchas familias han optado por adaptar esta tradición, resignificándola de acuerdo con sus valores, creencias y objetivos educativos.
Un ejemplo similar se encuentra en hogares judíos, donde se practica el Mensch on the Bench: un muñeco con forma de rabino que aparece antes de la celebración de Janucá y cuya misión es enseñar, de manera lúdica, las tradiciones de esta festividad.
De forma semejante, en algunos hogares cristianos el elfo ha sido reemplazado por un mensajero del Adviento, representado por un ángel, un pastorcito o una figura bíblica, que acompaña a la familia durante este tiempo litúrgico y “presenta” su informe no a Santa Claus, sino al Niño Dios.
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Darle un sentido cristiano al Adviento
El objetivo de esta adaptación no es transmitir la idea de que Dios nos observa para castigarnos, sino recordarnos que Dios camina con nosotros y nos prepara para recibir a Jesús. Este mensajero no vigila conductas, sino que invita a vivir virtudes y a abrir el corazón.
A diferencia del elfo tradicional, este mensajero sí puede tocarse y no se asocia al miedo ni a la recompensa material. Cada día puede ir acompañado de un pequeño mensaje o invitación concreta, como:
- Rezar por alguien que lo necesita
- Agradecer un regalo recibido
- Ayudar en casa
- Cantar un villancico
- Realizar una obra de caridad
La figura puede colocarse en espacios que fomenten la devoción cristiana, como junto a la Corona de Adviento, cerca de la Biblia o del Nacimiento. La creatividad y la intención espiritual son clave para vivir esta tradición de manera significativa. cerca de la Biblia o del nacimiento.
3 claves para vivir esta tradición con sentido cristiano
- Evitar el miedo o la vigilancia moral
La fe cristiana no educa desde el castigo, sino desde el amor y la libertad responsable. - Centrarse en el Adviento, no en los regalos
El objetivo es preparar el corazón para la llegada de Jesús, no condicionar la Navidad al “buen comportamiento”. - Acompañar siempre a los niños
Los padres son los primeros educadores en la fe y deben explicar el sentido de cada gesto y símbolo.
Más allá del juego
Más allá del Elf on the Shelf, el Adviento es una oportunidad privilegiada para educar en la fe, fortalecer la vida familiar y recordar que la Navidad no es solo una fecha, sino el acontecimiento central del cristianismo: Dios que se hace Niño para habitar entre nosotros.
Las tradiciones pueden ser un apoyo valioso si ayudan a transmitir este mensaje. El verdadero desafío no está en adoptar o rechazar costumbres, sino en discernir cómo vivirlas sin perder de vista a Cristo, centro y sentido de la Navidad.

