18 de julio: la Iglesia celebra a San Arnulfo, patrono de los cerveceros
Este santo que promovió el consumo de la cerveza durante una pandemia, esta fue la razón.
La Iglesia Católica celebra el 18 de julio a San Arnulfo de Metz, considerado patrono de los cerveceros, pero, ¿por qué se ganó esa fama?
Gracias a su profunda formación monacal se convirtió en Obispo de Metz, Austria, un país con una gran cultura de elaboración cervecera.
En ese entonces, a causa de una epidemia de peste, era sumamente peligroso beber agua de los ríos, pues se encontraban contaminados con cadáveres y basura.
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Tal situación motivó al obispo Arnulfo a promover el cotidiano consumo de cerveza que era menos riesgosa para la salud.
Esa acción le valió para que, años después de su muerte, fuera considerado como patrono de los fabricantes de cerveza, tradición que se conserva hasta nuestros días.
¿Quién fue san Arnulfo de Metz?
San Arnulfo de Metz nació el 31 de agosto del año 582 en Remiremont, Francia; sus padres pertenecían a una distinguida familia franca, y de niño, en la escuela, sobresalió por su talento, virtudes y buena conducta.
En su juventud entró al servicio de la corte de Austrasia bajo la regencia Brunegilda, y luego del rey Teodoberto II, quien lo incluyó en la lista regular de oficiales reales; fue comandante militar y bajo su cuidado estuvieron seis provincias del reino.
Pasó 30 años de su vida en Metz, capital de de Austrasia, en la parte nororiental del reino Franco durante el período de los monarcas merovingios.
A pesar de su exitosa vida en lo mundano, jamás olvidó la relevancia de lo espiritual, y en el año 627 se retiró al monasterio de Remiremont que estaba rodeado de bosques y un ambiente propio para la meditación.
Al quedar vacante la sede episcopal de Metz fue consagrado sacerdote y luego fue designado como obispo, cargo que ejerció hasta el año 629, además de que al mismo tiempo se desempeñó como consejero del rey.
Falleció el 18 de julio del 641 y fue sepultado en la Basílica de los Santos Apóstoles en Metz. Es venerado tanto por la Iglesia católica como por la Ortodoxa.
En una carta que escribió poco antes de morir, San Arnulfo decía: “no tengo nada bueno aquí abajo; ruega por mí, hermano bien amado, a la Misericordia Divina.”