¿De dónde obtiene su dinero la Iglesia Católica?
La idea de que la Iglesia Católica es millonaria es un mito. Sus recursos son limitados y provienen de las parroquias y de la generosidad de los fieles.
Históricamente ha habido quien afirma que la Iglesia Católica debería repartir su dinero a los pobres, ¿pero realmente tiene millones? ¿Es poderosa la Iglesia Católica en el aspecto económico? La respuesta corta es: no.
El padre Mario Ángel Flores Ramos, Director de la Dimensión para la Doctrina de la fe de la Arquidiócesis Primada de México, analiza esta visión y desmonta con argumentos el mito, no sin antes dejar claro que, en realidad “nuestra experiencia en el amor de Dios es la mayor riqueza” de la Iglesia.
Al analizar la afirmación, el sacerdote aclara que es totalmente falsa, ya que la Iglesia no cuenta con grandes recursos económicos; por el contrario, uno de sus principales retos es la falta de ellos.
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La razón de fondo es espiritual: la Iglesia busca ser testimonio ante el mundo por anunciar el Evangelio, no por acumular grandes recursos, sino por poseer su mayor riqueza: la experiencia de Dios, la fe en Cristo y la esperanza en la salvación.
Tres niveles en la fuente de ingresos de la Iglesia Católica
Para explicar cómo se obtienen y administran los limitados recursos económicos de la Iglesia, el padre Flores los organiza en tres grandes niveles:
- Parroquias: muchas de ellas con instalaciones sencillas y carentes incluso de lo más básico.
- Diócesis: suelen contar con catedrales, edificaciones emblemáticas y de gran valor arquitectónico y artístico, como la Catedral de México, considerada el monumento religioso más importante de América.
- Iglesia Universal: representada por el Vaticano, centro de gobierno y referencia para la fe católica en todo el mundo.
¿De dónde vienen los recursos de la Iglesia Católica?
Es la feligresía la que cubre las necesidades de la Iglesia Católica en todos los niveles. Y lo hace en cada lugar según sus posibilidades y capacidad.
En una parroquia, la forma de recibir la ayuda es a través de los propios fieles. La limosna, los donativos y los eventuales ingresos por alguna ceremonia. Pero, “eso es para cubrir lo básico”, reitera el padre Mario Ángel.
Señala también que en el caso de la diócesis, que es centro de gobierno de las parroquias, el obispo tiene muchas responsabilidades.
“Debe responder a múltiples actividades, incluidas la difusión de la fe, los medios de comunicación, las distintas comisiones, también aquellas destinadas a la ayuda social de la Iglesia, lo que suele hacer por medio de Cáritas.
“¿De dónde vienen los recursos? Nuevamente, de las parroquias”, las cuales reciben aportes de la feligresía. Y en su gestión de destina una pequeña cantidad para cooperar en la cobertura de actividades lideradas por el obispo.
La riqueza del Vaticano es inmaterial
Finalmente, en el Vaticano existe una gran riqueza, pero de carácter cultural y considerada patrimonio de la humanidad. Basílicas, museos y obras de arte conforman un acervo intangible que la Iglesia custodia.
Los recursos para las actividades del Papa y los centros que atienden a la Iglesia Universal provienen también de las parroquias. Cada año, una pequeña contribución de las comunidades de todo el mundo se destina a este fin, aunque suelen ser fondos muy limitados.
“Así que esa idea de que la Iglesia tiene millones es un mito, una falsedad”, insiste.
Recordó que, incluso, durante los 12 años de pontificado del papa Francisco, uno de sus grandes problemas “era que no había recursos suficientes” para ayudar. Y a pesar de que “él predicó la austeridad y vivió en austeridad, las actividades que debe realizar la Iglesia a escala universal requiere recursos”, pero siempre ha sido “una de sus limitaciones”.
“¡Brindemos más apoyo a la Iglesia!”
Finalmente, insistió: “Una cosa es la grandeza de las obras realizadas a lo largo de los siglos para dedicarlas al culto de Dios, así como para responder a la reunión de los fieles y desarrollar el arte religioso. Y otra cosa muy distinta es que haya recursos económicos, pues en realidad son siempre limitados”, dijo.
En este marco, el padre Mario Ángel Flores Ramos invitó a apoyar más decididamente a la Iglesia en sus necesidades materiales: “Ojalá sintamos una responsabilidad personal con la Iglesia ahí donde vivimos y en nuestra parroquia. Así, estaremos colaborando en lo que puede hacer para cubrir sus necesidades y para brindar ayuda a los más necesitados”.
Designado como rector de la Universidad Lumen Gentium por el cardenal primado de México, monseñor Carlos Aguiar, el padre Mario Ángel Flores Ramos es columnista y colaborador habitual en Desde la fe.
Su robusta formación y experiencia lo han llevado a integrar la Comisión Teológica Internacional del Vaticano; así como a ser consultor en la Congregación para la Educación Católica. Además, es profesor universitario, formador en el seminario, conferencista y autor de varios libros.