¿Cómo nos ayudan los dones del Espíritu Santo en tiempos difíciles?
Necesitamos la luz del Espíritu Santo, ante la crisis actual conoce cómo se hace presente en nuestras vidas.
Nació el 23 de Octubre de 1943. Entró al Seminario Conciliar de México en el año de 1957 y se ordenó en 1969. Dio clases por ocho años de Pastoral Parroquial en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos. Fue Director del Periódico Criterio de la Arquidiócesis de México y de la Comisión del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis de México. Fue columnista en varias revistas y periódicos católicos con temas sobre la religiosidad popular, hasta el día de su muerte, en septiembre de 2021. Actualmente la redacción de Desde la fe lleva su nombre: Redacción Sergio Román del Real, por su invaluable colaboración en este proyecto.
El día de la Ascensión de Jesús a los cielos debió haber sido un día muy triste para su Madre y para sus discípulos, a pesar de la promesa de que regresaría.
Me los imagino bajando del Monte de los Olivos: tristes y cabizbajos por la ausencia de su Amigo.
Y nos dicen los Hechos de los Apóstoles: “Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago (hijo de Alfeo), Simón el Zelote y Judas (hijo de Santiago). Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos”. (Hc 1, 13-14)
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Diez días pasaron entre aquel jueves y el domingo de Pentecostés, y los pasaron en confinamiento en el cenáculo, dedicados a la oración en compañía de María, a la que consideraban como a su propia madre.
Y ese confinamiento los preparó para recibir el mejor regalo de su Padre Dios y de su hermano Jesús: el Espíritu Santo, que llegó a sus vidas ruidosamente, luminosamente, espectacularmente.
Dios nos quiere mucho. Jesús es regalo del Padre. El Espíritu Santo es regalo del Padre y de Jesús.
El Espíritu Santo se nos da en el Bautismo y llega a nosotros cargado de regalos; nada menos que con la gracia santificante y con otros muchos regalos de Dios.
El Espíritu Santo, en nuestro Bautismo, nos enriquece con sus siete dones y nos los da de una vez y para siempre, todos a la vez, para toda nuestra vida de aquí, y de allá en el cielo.
No tenemos que escoger alguno de ellos, todos son nuestros, y son para nuestra santificación. Estos dones sirven para dejarnos guiar dócilmente por ese mismo Espíritu que tiene como misión el santificarnos para ir al Padre por el Camino que es Jesús.
Ya tenemos los dones, pidámosle a Dios que nos haga conscientes de ellos, y aprovechémoslos en momentos difíciles de la vida.