29 de abril: La Iglesia Católica celebra a Santa Catalina de Siena
Santa Catalina de Siena fue una gran mística, predicadora y escritora, razón por la cual es una de las Doctoras de la Iglesia.
Hay una santa en la Iglesia cuyo trabajo diplomático influyó en gran medida para que el papado regresara a Roma, su nombre es Santa Catalina de Siena.
En 1309, los pontífices se fueron exiliados a vivir a Aviñón, Francia, en 1309. Esto se debió a que Clemente V, después de que fuera elegido a ocupar el trono de San Pedro, no quiso enfrentarse al violento caos que se desató después de que asumiera esta responsabilidad eclesial.
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Entre 1309 y 1377, en Aviñón se realizaron cónclaves y vivieron los papas Juan XXII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI quien finalmente regresó a Roma por influencia de Catalina de Siena, donde murió.
Santa Catalina de Siena también fue una gran mística, predicadora y escritora, razón por la cual, Paulo VI la declaró como una de las Doctoras de la Iglesia, el 3 de octubre de 1970. Una de sus obras literarias más conocida es Diálogo, donde se distingue por la belleza de su lenguaje y es uno de los clásicos de la literatura italiana.
Sus padres, pertenecientes a la clase media, fueron Jacobo Benincasa de oficio tintorero, y Lapa di Puccio di Piagente, hija de un poeta local. Catalina tuvo 22 hermanos, una familia numerosa. Ella nació el 25 de marzo de 1347, y fue bautizada como Catalina Benincasa. De pequeña careció de una educación formal, en cambio, desde niña gustó de la soledad y la oración. A los siete años de edad hizo votos de castidad.
A los 18 años tomó el hábito de la Orden Tercera de los Dominicos, con quienes realizaba frecuentes ayunos y penitencia.
Sus biógrafos señalan que en 1370 tuvo una serie de visiones del infierno, el purgatorio y el cielo, y que una voz le ordenó salir a la vida pública, y desde entonces, comenzó a escribir cartas a hombres y mujeres de todas las condiciones, y mantuvo correspondencia con distintas autoridades de Italia rogando por la paz, entre ellos, estuvo el Papa Gregorio XI, invitándolo a tomar la administración de los Estados Pontificios.
En 1374, Catalina de Siena ayudó a atender a los enfermos de la peste que se desató, y el 1 de abril de 1375 recibió estigmas interiores, y a causa de ello sufría, aunque es su cuerpo no aparecían estas heridas.
En junio de 1376, Catalina fue enviada a Aviñón como embajadora de la República de Florencia para procurar la paz con los Estados Pontificios, y logró reconciliar ciudades enemigas. Su misión política fue exitosa pues el 17 de enero de 1377, el Papa regresó a Roma y ella lo acompañó.
Santa Catalina de Siena falleció en Roma el 29 de abril de 1380, y fue canonizada por el Papa Pío II en 1461; su fiesta litúrgica fue fijada para el 29 de abril. Ella está sepultada en la iglesia de Santa María sobre Minerva, en Roma, y unos de sus principales biógrafos fue Fray Raimundo de las Viñas y Estéfano de Corrado, quien llegó a ser Prior General de los Cartujos.