Así como es importante alimentar el cuerpo para brindarle todos los nutrientes necesarios para una vida sana, el espíritu también necesita ser alimentado para mantenerse cerca de Dios.
Esta es una enseñanza que aplica para todos los creyentes, y los sacerdotes no son la excepción.
Durante una reunión con el presbiterio de la Arquidiócesis Primada de México, el obispo auxiliar Luis Manuel Pérez Raygoza, aseguró que “el espíritu requiere su propio alimento, sus nutrientes, e igual que sucede en el plano físico, necesitamos comerlos continuamente”.
Monseñor Raygoza enumeró algunos ‘alimentos’ espirituales para los pastores:
Monseñor Pérez Raygoza hizo especial énfasis en la Eucaristía y la reconciliación frecuente.
“Celebrar, vivir, disfrutar, interiorizar la Eucaristía con nuestras comunidades. También la experiencia personal del Sacramento de la Reconciliación
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“Seguramente a nosotros nos nutre muchísimo celebrar la reconciliación para nuestros fieles, ser testigos de la misericordia de Dios, de las obras de Dios en la vida de nuestros fieles. Pero nosotros también necesitamos confesarnos, acudir al amigo, al hermano sacerdote, y pedirle que escuche nuestra confesión, que nos reconcilie con Dios, que sea para nosotros canal de misericordia”.
“Es importante la Liturgia de las horas, convencidos de que, a través de ello, nos unimos a la oración universal de la Iglesia, a la voz de Cristo Sacerdote que intercede incesantemente por la humanidad y por la Iglesia”.
“Necesitamos, por supuesto, la lectura y de la meditación de la palabra de Dios. Cada uno hemos configurado un método, una manera de acercarnos a la Palabra de Dios, muchos de nosotros a través de la Lectio Divina”.
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“Los momentos de discernimiento, realmente dedicados con calidad a pensar, a reflexionar, por supuesto los retiros ya sean breves, mensuales, los retiros de Adviento y Cuaresma, los ejercicios espirituales, siempre nos van a ayudar, son alimentos nutritivos”.
El examen de conciencia al final del día o en el momento en que lo hagamos no es únicamente un recuento de faltas o de pecados, de poner palomitas o tachecitos. Más bien es abrir el espíritu al Señor, con suficiente sosiego, calma, serenidad, y tratar de ubicar el paso de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestra comunidad a lo largo de esa jornada, y tratar de descubrir con sinceridad y confianza en Dios cómo hemos respondido a esa acción de Dios”.
Las lecturas espirituales, sutanciosas, cuánto bien nos hacen, aseguró el obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.
“Ojalá no sea un recuerdo de nuestro tiempo de seminario que ahora tengamos descartada. Yo agradezco mucho que, después de 30 años, aún puedo acercarme a algunos de mis formadores, recurrir a ellos, de abrir el corazón y pedir consejo, porque sé que lo voy a encontrar, y uno de ellos desde hace mucho tiempo me acompaña como director espiritual y eso me hace mucho bien”.
“Debemos recordar que la Santísima Virgen María nos acompaña siempre y no nos suelta de su mano”.
“Pero una formación permanente integral, en lo académico, en lo apostólico, en lo pastoral, y por supuesto en lo que se refiera a la vida espiritual”.
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