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COLUMNA

Comentario al Evangelio

Lecturas de la Misa y Evangelio del Domingo 15 de junio 2025

En el Evangelio de este domingo de la Santísima Trinidad, Jesús habla a sus discípulos sobre el Espíritu Santo, quien los guiará hacia la verdad.

13 junio, 2025
Lecturas de la Misa y Evangelio del Domingo 15 de junio 2025
Imagen de la Santísima Trinidad.
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Autor

Fue ordenado sacerdote en la Basílica de Guadalupe el año 2022. Actualmente colabora en la Pastoral Juvenil Vocacional de la Arquidiócesis Primada de México y acompaña a los jóvenes que quieren ser sacerdotes. Asimismo, da formación a laicos comprometidos en el Instituto de Formación Espíritu y Palabra. 

Lecturas y Evangelio del 15 de junio de 2025

  • Primera Lectura: Del libro de los Proverbios: 8, 22-31
  • Salmo: Salmo 8
  • Segunda Lectura: De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 1-5
  • Evangelio del día: Evangelio según san Juan: 16, 12-15
  • Comentario al Evangelio

Primera lectura

Del libro de los Proverbios: 8, 22-31

Esto dice la sabiduría de Dios: “El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas. Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera. Antes de que existieran los abismos y antes de que brotaran los manantiales de las aguas, fui concebida. Antes de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo. Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo del universo, cuando él afianzaba los cielos, ahí estaba yo. Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, cuando establecía los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras, yo era su encanto cotidiano; todo el tiempo me recreaba en su presencia, jugando con el orbe de la tierra y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”.

Palabra de Dios.

Salmo

/R/ ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, 
la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: 
¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, 
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? /R/

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, 
lo coronaste de gloria y dignidad; 
le diste el mando sobre las obras de tus manos 
y todo lo sometiste bajo sus pies. /R/

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, 
todos los animales salvajes, 
las aves del cielo y los peces del mar, 
que recorren los caminos de las aguas. /R/

Segunda lectura

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 5, 1-5

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.

Palabra de Dios.

Evangelio del día

Del santo Evangelio según san Juan: 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Palabra del Señor.

Comentario al Evangelio

La Trinidad: El Misterio del Amor Perfecto

En el Evangelio de este domingo de la Santísima Trinidad (Jn 16, 12-15), Jesús habla a sus discípulos sobre el Espíritu Santo, quien los guiará hacia la verdad. Nos muestra que Dios no es un ser solitario, sino una comunión de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

El dogma de la Trinidad puede parecer difícil de entender, pero en realidad es algo que experimentamos cada día. Dios es amor (1 Jn 4,8), y el amor solo existe en relación. Desde siempre, el Padre ama al Hijo, el Hijo ama al Padre y ese amor es tan perfecto que es una Persona: el Espíritu Santo. No son tres dioses, sino un solo Dios en tres personas. Como explicaba San Agustín: “Ves la Trinidad si ves el amor.”

Podemos imaginar la Trinidad como el sol: el Padre es el sol mismo, el Hijo es la luz que nos permite verlo y el Espíritu Santo es el calor que sentimos. Es el mismo sol, pero lo experimentamos de diferentes maneras.

Otra forma sencilla de entenderlo es la familia: en un hogar, los padres y los hijos son distintos, pero están unidos por el amor. Cada uno es una persona única, pero juntos forman una familia, reflejando el amor trinitario.

Este Evangelio nos invita a preguntarnos: ¿Vivimos reflejando el amor de la Trinidad? Muchas veces nos cuesta amar, perdonar y vivir en unidad. Pero Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, lo que significa que estamos llamados a vivir en comunión, no en aislamiento ni en egoísmo.

San Juan Pablo II decía: “Ser persona es, en cierto modo, ser llamado al amor y a la comunión.” No fuimos creados para estar solos, sino para vivir en relación con Dios y con los demás. La Trinidad nos muestra que el verdadero amor no busca poseer, sino darse.

Hoy, en un mundo marcado por la división, la envidia y la indiferencia, la Trinidad nos llama a construir comunidad, a amar sin condiciones y a reflejar en nuestra vida el amor de Dios. No tenemos que entender el misterio de la Trinidad perfectamente, solo tenemos que vivirlo: amando, perdonando y buscando siempre la unidad. Ahí encontraremos la verdadera felicidad.


Autor

Fue ordenado sacerdote en la Basílica de Guadalupe el año 2022. Actualmente colabora en la Pastoral Juvenil Vocacional de la Arquidiócesis Primada de México y acompaña a los jóvenes que quieren ser sacerdotes. Asimismo, da formación a laicos comprometidos en el Instituto de Formación Espíritu y Palabra.