En 2022, la Iglesia Católica tendrá siete nuevos santos
El Papa Francisco destacó sus "vidas cristianas y su ejemplar santidad".
El Papa Francisco estableció como la fecha de canonización de siete nuevos santos para la Iglesia Católica el próximo el 15 de mayo de 2022, así lo informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado.
De acuerdo con la agencia Vatican News, la fecha de canonización de los aún beatos no se había podido fijar a causa de la pandemia de covid-19.
Desde mayo de 2021, el Papa Francisco aprobó la canonización, entre los beatos se encuentran el sacerdote y ermitaño Charles de Foucauld, y la hermana Maria Francesca di Gesù, fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano.
De ellos, el Santo Padre destacó sus “vidas cristianas y su ejemplar santidad”.
A continuación, te presentamos quién es cada uno de los nuevos santos:
Charles de Foucauld
El Hermano Carlos de Jesús nació en Francia y, durante su juventud, abrazó la vida militar.
Tras peregrinar a Tierra Santa encontró su vocación: consagrarse totalmente a Dios, imitando a Jesús en una vida oculta y silenciosa. Durante algunos años vivió como Monje Trapense y, más tarde, se consagró a Dios por completo, imitando a Jesús en una vida oculta y silenciosa.
Se ordenó sacerdote en 1901, a los 43 años, y fue al desierto argelino del Sahara, primero a Beni Abbès y luego más al sur, a Tamanrasset, con los tuareg, un pueblo nómada. Llevaba una vida de oración, meditando continuamente la Sagrada Escritura, con el deseo incesante de ser el “hermano universal” para cada persona. Murió a la edad de 58 años la noche del 1 de diciembre de 1916, asesinado por una banda de merodeadores que pasaba por allí. Benedicto XVI lo beatificó en 2005.
Lázaro, Devasahayam
Fue el primer laico indio en ser beatificado, un hombre de familia y un mártir. Hijo de un brahmán del reino hindú de Travancore, pertenecía a la alta casta de los guerreros. Se convirtió al cristianismo de adulto y recibió el Bautismo a los 33 años.
Esta conversión fue considerada una traición y un peligro para la solidez del reino. Por ello, fue detenido, humillado y torturado por los funcionarios, que luego ordenaron matarlo.
Maria Francesca di Gesù
Anna Maria Rubatto nació en Piamonte, Italia. Fundó en la ciudad de Loano, cerca de Savona, el Instituto de las Hermanas Terciarias Capuchinas y luego partió hacia América Latina, donde se esforzó por servir a los pobres.
En 1892 llevó a sus hermanas a Montevideo, en Uruguay, y de allí, al poco tiempo, a Argentina y Brasil. Murió en Montevideo en 1904.
Maria Domenica Mantovani
Fue la primera superiora del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia, que fundó junto con el beato Giuseppe Nascimbeni, su guía espiritual, que la quiso como colaboradora para la fundación del Instituto. Fue una figura determinante en el desarrollo del carisma y la espiritualidad. Dedicó toda su vida, hasta el final de sus días, al humilde servicio de los pobres, los huérfanos y los enfermos. Juan Pablo II la declaró beata en 2003.
César De Bus
Nacido en Provenza. Fue un sacerdote que se dedicó a la predicación y a la catequesis y fundó la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana en 1572, con el objetivo de formar a los fieles. Llevó a cabo esta tarea con un estilo sencillo y pobre, cercano a la gente, a través de una catequesis fácilmente comprensible. Murió la mañana de Pascua de 1603 en Aviñón.
Luigi Maria Palazzolo
Sacerdote de Bérgamo, fundó las Congregaciones de las Clarisas y de los Hermanos de la Sagrada Familia para acoger a niñas huérfanas y más pobres. También creó escuelas nocturnas para jóvenes y adultos. La labor educativa y la formación religiosa que ofreció fueron tan eficaces que unos cuarenta jóvenes del Oratorio optaron por hacerse sacerdotes. Sometido a un sufrimiento físico y moral, murió a la edad de 58 años. En 1963 Juan XXIII lo beatificó.
Giustino Maria Russolillo
Nació en Nápoles. Fue predicador, conferenciante y escritor. La catequesis permanente y la atención pastoral a las familias transformaron su comunidad parroquial, que se convirtió así en una “casa de santidad” y en la cuna de numerosas vocaciones. También extendió sus actividades a los sacerdotes y religiosos con dificultades y ayudó a los jóvenes a formar familias cristianas. Debido a su incansable trabajo, sufrió varias incomprensiones; siempre ofreció estos sufrimientos a la Virgen María.
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