Santa Sede: por una vacuna eficaz y accesible para todos

A través de un documento, la Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida señalaron que las vacunas deben ser proporcionadas a todos de manera justa y equitativa, dando prioridad al personal de salud, comunidades escolares, elementos de seguridad pública, personas de la tercera edad y enfermos con patologías particulares.

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El documento conjunto señala, además, que es una responsabilidad moral de todos aceptar la vacuna no sólo para la salud individual, sino también para la salud pública, pues rechazarla puede suponer un riesgo para los demás. Asimismo, recuerda que el contraer la enfermedad lleva a un aumento de las hospitalizaciones, que sobrecarga los sistemas de salud y los pone en riesgo de colapso.

Por tal motivo, exhorta a la población mundial a aceptar la vacuna, bajo la aclaración de que sólo algunas de las vacunas que están a punto de ser aprobadas emplean en varias etapas de su proceso líneas celulares de fetos abortados voluntariamente hace decenios. Mientras que otras sólo las utilizan en fases puntuales de pruebas de laboratorio, por lo cual se descarta que exista una colaboración moralmente relevante entre quienes hoy utilicen la vacuna y la práctica del aborto voluntario.

Principios

La Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida señalaron que la justicia, la solidaridad y la inclusión deben ser los principales criterios a seguir para poder hacer frente a los desafíos que plantea esta emergencia planetaria.

“El sólo objetivo de la explotación comercial -señala el documento conjunto- no es éticamente aceptable en el campo de la medicina y la atención de la salud. Las inversiones en el campo de la medicina deben encontrar su significado más profundo en la solidaridad humana”.

En este sentido, la Comisión Vaticana Covid-19 y la Academia Pontificia para la Vida también instan a los países a superar todas las formas de “nacionalismo de la vacuna” relacionadas con el intento de los diferentes estados de tener su propia vacuna más rápidamente, y a inclinar la producción industrial de la vacuna hacia una operación colaborativa entre los Estados, las empresas farmacéuticas y otras organizaciones.

Asimismo, el documento emitido por ambas instancias exhorta a los especialistas a buscar una vacuna segura y eficaz, disponible para todos y con un precio que permita una distribución equitativa.

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