Papa Francisco: La Iglesia no es un grupo cerrado de predilectos
El Santo Padre pidió trabajar contra la tentación de la cerrazón, pues la Iglesia está llamada a ser comunidad abierta y humilde.
En su mensaje previo al Ángelus, el Papa Francisco reflexionó este domingo sobre la tentación de la cerrazón en la Iglesia y recordó que la división solo genera violencia.
El Santo Padre reflexionó sobre la lectura del Evangelio de hoy en la que vemos un breve diálogo entre Jesús y el apóstol Juan, que habla en nombre de todo el grupo de discípulos. Habían visto un hombre que expulsaba demonios en nombre del Señor, pero se lo impidieron porque no formaba parte de su grupo.
“Jesús, a este punto, les invita a no obstaculizar a quien trabaja por el bien, porque contribuye a realizar el proyecto de Dios (cfr Mc 9,38-41). Luego advierte: en lugar de dividir a las personas en buenos y malos, todos estamos llamados a vigilar nuestro corazón, para no sucumbir al mal y dar escándalo a los demás (cfr vv. 42-45.47-48)”, recordó el Papa.
Jesús exhibe en sus discípulos la tentación de la cerrazón, pues ellos querían impedir una obra de bien solo porque quien la realizaba no pertenecía a su grupo.
“Piensan que tienen ‘la exclusiva sobre Jesús’ y que son los únicos autorizados a trabajar por el Reino de Dios. Pero así terminan por sentirse predilectos y consideran a los otros como extraños, hasta convertirse en hostiles con ellos. Hermanos y hermanas, cada cerrazón, de hecho, hace tener a distancia a quien no piensa como nosotros, y esto – lo sabemos – es la raíz de muchos males de la historia: del absolutismo que a menudo ha generado dictaduras y de muchas violencias hacia quien es diferente”.
Por ello, el Santo Padre pidió velar para evitar la cerrazón en la Iglesia.
“El diablo, que es el divisor – esto significa la palabra “diablo”, que hace la división – siempre insinúa sospechas para dividir y excluir a la gente. Tienta con astucia, y puede suceder como a esos discípulos, ¡que llegan a excluir incluso a quien había expulsado al mismo diablo!”.
“A veces también nosotros, en vez de ser comunidad humilde y abierta, podemos dar la impresión de ser ‘los primeros de la clase’ y tener a los otros a distancia; en vez de tratar de caminar con todos, podemos exhibir nuestro ‘carné de creyentes’: ‘yo soy creyente’, ‘yo soy católico’, ‘yo soy católica’, ‘yo pertenezco a esta asociación, a la otra…’; y los otros pobrecitos no. Esto es un pecado. Mostrar el ‘carné de creyentes’ para juzgar y excluir”.
La mentalidad de nido no cabe en las comunidades cristianas
El Santo Padre pidió evitar la mentalidad de nido, es decir, la de custodiarse entre quienes se consideran buenos, “el sacerdote con sus fieles, los trabajadores pastorales cerrados entre ellos para que nadie se infiltre, los movimientos y las asociaciones en el propio carisma particular, etc. Cerrados. Todo esto corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión. El Espíritu Santo no quiere cierres; quiere apertura, comunidades acogedoras donde haya sitio para todos”.
En vez de juzgar, estemos atentos a nosotros mismos
El Papa Francisco recordó que en la lectura de este domingo también encontramos la exhortación de Jesús a estar al pendiente de nosotros mismos y cortar de raíz aquello que nos hace daño.
“El riesgo es el de ser inflexibles hacia los otros e indulgentes hacia nosotros mismos. Y Jesús nos exhorta a no pactar con el mal con imágenes que impactan: “Si hay algo en ti que es motivo de escándalo, córtatelo!” (cfr vv. 43-48). Si algo te hace mal, ¡córtalo! No dice: “Si algo es motivo de escándalo, piensa sobre ello, mejora un poco…”. No: “¡Córtatelo! ¡Enseguida!”. Jesús es radical en esto, exigente, pero por nuestro bien, como un buen médico”.
“Cada corte, cada poda, es para crecer mejor y llevar fruto en el amor. Preguntémonos entonces: ¿Qué hay en mí que contrasta con el Evangelio? ¿Qué quiere Jesús, en concreto, que corte en mi vida?”
Recemos a la Virgen Inmaculada, para que nos ayude a ser acogedores hacia los otros y vigilantes sobre nosotros mismos, pidió el Santo Padre.