Papa Francisco: Así es como el Espíritu Santo cura tus heridas
El Espíritu Santo nos enseña a no suprimir los recuerdos de las personas y de las situaciones que nos han hecho mal, sino a dejarlos habitar por su presencia.
El Espíritu Santo puede transformar las heridas que te queman por dentro, afirmó el Papa Francisco este domingo en la Santa Misa por la celebración de Pentecostés.
En su homilía en la Basílica de San Pedro, el Papa recordó que el Espíritu Santo es el Consolador, que es Espíritu de sanación y resurrección, por lo que puede sanar cualquier herida o preocupación.
No lo hace ‘borrándolas’, “Él nos enseña a no suprimir los recuerdos de las personas y de las situaciones que nos han hecho mal, sino a dejarlos habitar por su presencia. Así hizo con los Apóstoles y con sus fallas”, dijo el Santo Padre.
Por ejemplo, Pedro lo había negado, Pablo había perseguido a los cristianos, Por sí mismos no podían encontrar una salida, pero con el Espíritu Santo sí.
El Espíritu Santo sana las heridas, los recuerdos “dándole importancia a lo que cuenta, es decir, el recuerdo del amor de Dios y su mirada sobre nosotros. De este modo pone orden en la vida; nos enseña a acogernos, nos enseña a perdonar, a perdonarnos a nosotros mismos”.
“No es fácil perdonarse a sí mismo, el Espíritu nos enseña este camino, nos enseña a reconciliarnos con el pasado. A volver a empezar”.
Saber discernir la voz del Espíritu Santo de la del mal
El Espíritu Santo nos recuerda que podemos volver a empezar, pero también nos enseña qué caminos tomar, agregó el Papa Francisco en su homilía.
“El Espíritu, frente a las encrucijadas de la existencia, nos sugiere el mejor camino a recorrer. Por eso es importante saber discernir su voz de la del espíritu del mal”.
De acuerdo con el Papa, el Espíritu Santo:
-Nunca te dirá que en tu camino va todo bien. Nunca te lo dirá porque no es verdad.
-No, te corrige, te lleva también a llorar por los pecados, y te anima a cambiar, a combatir contra tus falsedades e hipocresías, aun cuando eso implique esfuerzo, lucha interior y sacrificio.
-Nos lleva a amar el aquí y el ahora, en concreto, no un mundo ideal, ni una Iglesia ideal, ni una congregación religiosa ideal, sino la realidad, a la luz del sol, en la transparencia y la sencillez.
El mal espíritu:
-Te empuja a hacer siempre lo que te guste y lo que quieras y cuando te quedas vacío interiormente, te acusa.
– “Cuando veas que la amargura, el pesimismo y los pensamientos tristes se agitan dentro de ti, (¡cuántas veces nosotros hemos caído en esto!), cuando suceden estas cosas es bueno saber que eso nunca viene del Espíritu Santo. Nunca las amarguras, el pesimismo, los pensamientos tristes vienen del Espíritu Santo”.
-Nos ancla en el pasado, en los remordimientos, en las nostalgias y en aquello que la vida no nos ha dado; o bien nos proyecta hacia el futuro, alimentando temores, miedos, ilusiones y falsas esperanzas.
El Espíritu Santo nos invita a no perder nunca la confianza y a volver a empezar siempre. Nos anima diciendo: ‘levántate, levántate’. Siempre nos da la mano y nos levanta. Y luego, nos hace que llevemos esperanza y alegría a quienes encontremos, no quejas; no envidiando nunca a los demás, ¡nunca!”.
Por todo ello, el Papa Francisco pidió que invoquemos cada día al Espíritu Santo, para tomar decisiones escuchando su voz, y caminemos juntos, como Iglesia.
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