“¿Les da asco la pobreza?”, el duro cuestionamiento del Papa a los jóvenes
El Papa Francisco agradeció a los jóvenes que realizan caridad y cuestionó a quienes se sacuden las manos cuando tocan a un pobre.
El Papa Francisco agradeció a los jóvenes que se ensucian las manos tocando la realidad de la miseria que existe en el mundo, porque de esa manera generan continuamente una nueva vida, y no buscan llevar una “vida destilada” que no dejará huella.
Durante un encuentro que sostuvo con los representantes de algunos centros de asistencia y caridad en el Centro Parroquial de Serafina, el Obispo de Roma cuestionó a los asistentes si les da asco la pobreza de los demás, al grado de que cuando le dan la mano a una persona necesitada, a un enfermo o a un marginado, de inmediato se la limpian.
“¿Le tengo asco a la pobreza, a la pobreza de los demás? Busco siempre la vida destilada, esa que existe en mi fantasía, pero no existe en la realidad. Cuántas vidas destiladas, inútiles, que pasan por la vida sin dejar huella, porque su vida no tiene peso”, señaló el Sumo Pontífice.
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En este sentido, el Santo Padre indicó que ahí, en ese lugar, se tiene una realidad que deja huella, una realidad de tantos años, que está dejando una huella que es de inspiración en los demás y gracias a la cual existe una Jornada Mundial de la Juventud como la que se está llevando a cabo en Lisboa, Portugal.
“Porque esto también es juventud en el sentido que ustedes generan vida nueva continuamente, con esta conducta de ustedes, con el compromiso de ustedes, con el ensuciarse las manos de ustedes por tocar la realidad de la miseria de los demás. Están generando inspiración, están generando vida y gracias por eso, se los agradezco de todo corazón. Sigan adelante y no se desanimen. Y si desaniman, tomen un vaso de agua y sigan adelante”, destacó.
“Jesús nos acompaña en la oscuridad”
Posteriormente, al encabezar el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa, el Papa Francisco les aseguró a los jóvenes congregados en el Parque Eduardo VII que en aquellos momentos de soledad y tristeza que llegan a enfrentar en su vida no se están solos, porque Jesús los acompaña para enjugar sus lágrimas.
“Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía, y ahí está Jesús con nosotros. Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto. Jesús con su ternura enjuga nuestras lágrimas escondidas, Jesús espera colmar con su cercanía nuestra soledad”, aseveró el Vicario de Cristo.
“Qué tristes son los momentos de soledad”, continuó el Santo Padre, “él está ahí, él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros. Los quiere colmar con su consolación y él espera a empujarnos, a abrazar el riesgo de amar”.
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“Nadie tiene más amor que el que da su vida por nosotros”
Al dirigirse a los cientos de miles de jóvenes de todo el mundo congregados en la llamada Colina del Encuentro, ubicada en el Parque Eduardo VII, Su Santidad les pidió mirar pasar a Jesús a su lado y caminar con Él, porque espera nuestra compañía y que le miremos, ya que de esa forma espera abrir las ventanas del alma de cada uno de nosotros.
“Qué feas son las almas cerradas que siembran para adentro, sonríen para dentro, no tienen sentido. Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas”, recalcó.
La Cruz, aseveró, es el símbolo del amor más grande, ese amor con el que Jesús quiere abrazar nuestra vida, la de cada uno de nosotros, porque Jesús “empieza este camino por mí, para dar su vida por mí” y nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.
“No se olviden de esto: nadie tiene más amor que el que da la vida y esto lo enseñó Jesús. Por eso cuando miramos el crucificado, que es tan doloroso, es una cosa tan dura, vemos la belleza del amor del que da su vida por cada uno de nosotros”, afirmó.
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La anécdota del día del Papa Francisco
Al dirigir su mensaje en el Centro Parroquial de Serafina, el Papa Francisco tuvo problemas con sus lentes, lo que ocasionó que no pudiera leer el discurso que había preparado.
“Son muchas las cosas que quisiera decirles ahora, pero sucede que no me están funcionando los reflectores (los lentes) y no puedo leer bien, así es que se los voy a dar (el discurso) para que lo hagan público y no forzar la vista. No leer bien, eso no se puede hacer”, comentó, provocando la risa y los aplausos de los asistentes.